En guardia: Vaticinios económicos dubitativos

Los republicanos necesitan una buena economía para encarar la próxima elección y la Fed no los va a defraudar.

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Las proyecciones de los economistas afines a cierta ideología política suelen ignorar las medidas correctivas de las autoridades y las respuestas de los inversionistas, los consumidores y el mercado. Por eso se llevan sorpresas.

En EE. UU., predijeron que habría recesión en el 2017; después, que reventaría en el 2018; luego, para no darse por vencidos, apostaron por el 2019 como el año de la fatalidad, pero las proyecciones del FMI señalan un crecimiento positivo, aunque menor. Entonces, enfilaron las apuestas por el 2020, seguros de que la recesión no se les escapará de las manos. Aducen que la guerra comercial y la baja en el rendimiento de la deuda soberana (inversión de la curva) auguran el fin del ciclo expansivo, ese vejete decenal que supera la edad promedio de los ciclos anteriores (siete años).

¿Estarán de nuevo equivocados? El PIB se ralentizó, pero eso no es recesión. La economía marcha con crecimiento positivo, poca inflación (inferior al 2 %), bajo desempleo histórico (3,6 %) y salarios crecientes (envidia de otras naciones). Sin embargo, la reciente creación de empleo mermó y las expectativas no son buenas por los riesgos en varios frentes (cuando Trump no halla con quién pelear, se maja un dedo para rezongar). Cada vez que insinúa imponer tarifas, las bolsas caen, pero remontan en los atisbos de tregua comercial o baja de intereses.

Aquí la Fed entra en acción. Sabe que Trump varía de opinión como cambiar de calzoncillos (a veces se muda dos veces al día) y, por eso, no festina sus decisiones. Decidió sostener su tasa de política monetaria (entre 2,25 % y 2,50 %) aduciendo que el PIB mantenía su resiliencia. Empero, dos prominentes figuras, Jerome Powell y Richard Clarida, insinuaron que los dislates con China podrían resolverse o moderarse y no convenía precipitarse a bajar tasas. Sin embargo, agregaron, si la incertidumbre persiste, no dudarían en bajarlas. Las bolsas los leyeron bien y reaccionaron con vigor, a pesar de que los rendimientos de la deuda bajaron a niveles históricos. Eso parece ser lo que los analistas denominan a new norm: bajos rendimientos de la curva soberana en coexistencia pacífica con altos precios de las acciones, sin generar recesión.

Los republicanos necesitan una buena economía para encarar la próxima elección y la Fed no los va a defraudar. Esta conclusión, aunque debatible, insufla optimismo.

jorge.guardiaquiros@yahoo.com

El autor es abogado y economista.