Dice un viejo refrán: camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Eso le pasó a la Cámara Puntarenense de Pescadores de camarón al calificar de “incorrecto” mi comentario sobre la pesca de arrastre de camarón e insinuar mi supuesta ignorancia sobre la sentencia de la Sala Constitucional que la prohibió.
Este “cordial” intercambio se originó porque mi hermano José Alberto y yo alertamos sobre los riesgos de reanudar la depredadora pesca de arrastre del camarón e instamos al Incopesca y al gobierno a recular. Ambos guardaron silencio, pero la Cámara salió oficiosamente en su defensa.
Nosotros habíamos estudiado con cuidado el fallo 2013-010540 de la Sala IV, de agosto del 2013, para concluir que es un valioso tratado sobre derecho del mar, con amplia jurisprudencia nacional e internacional, ilustrada con citas puntuales de los tratadistas más modernos y estudios técnicos sobre los daños irreparables de la pesca de arrastre, aquí y en todo lado.
La verdad, nos impresionó el estudio y profundidad plasmado en el fallo por los magistrados Gilbert Armijo, Fernando Cruz, Ernesto Jinesta, Paul Rueda, Fernando Castillo, Aracelly Pacheco y José Hernández. Como dicen galantemente los franceses, ¡chapeau!
Dijo la Sala en el por tanto: “Se declara inconstitucional la frase del camarón con red de arrastre del punto d) inciso 27 del artículo 2 e inciso d) del artículo 43, así como los incisos a) y b) del ordinal 47, todos de la Ley de Pesca y Acuicultura del 2005. En consecuencia, Incopesca no podrá otorgar ningún permiso, autorización o licencia nuevos, renovar los vencidos o reactivar los inactivos, para la pesca de camarón con redes de arrastre. Las licencias vigentes conservarán su validez, pero una vez expirado el plazo, no podrán ser prorrogadas sin la correspondiente reforma legal”. Es decir, sin una discusión pública y abierta donde participemos todos.
La Cámara se durmió y aceptó la evidente ilegalidad. Dijo: “Es verdad, son nuevas licencias para la pesca de arrastre” (a confesión de parte, relevo de prueba). Incopesca se burló de la Sala para favorecer grupos de interés o, quizás, congraciarse con alguna pariente cercana de algún Big Chief (por su alias en inglés) de esta sufrida tribu atribulada por las influencias. Su decisión deja un mal sabor y hedor (a chinchorro medorro). Pero hay esperanzas. Su decisión fue recurrida por un nuevo recurso de amparo. Nosotros nos adherimos a esa valiente impugnación.
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