Creía que ideologías antagónicas como capitalismo y socialismo habían muerto a manos de un pragmatismo acomodaticio y volátil, pero no. El neosocialismo, opuesto al neoliberalismo, emerge con fuerza en el país más capitalista de todos: Estados Unidos. ¿Cambiará el escenario político dominado por partidos e ideologías tradicionales?
Creo que sí. Ya lo está haciendo. Tras sepultarlo por años, los sondeos revelan que nuevos electores lo reivindican y, a la vez, vilipendian el capitalismo. Según Gallup, los demócratas tienen una visión más positiva del socialismo que del capitalismo, y en las primarias del 2016 el votante joven prefería el socialismo (40 %) al capitalismo (25 %); según Morning Consult, el 61 % favorece un impuesto del 2 % al capital y una encuesta de Yale reveló que el 92 % demócrata y el 64 % republicano apoyan el Green New Deal de Ocasio-Cortez.
¿Por qué tanto rechazo al capitalismo? La razón es esta: sienten que los dejó fuera de la repartición, mientras unos pocos se llevaron la tajada del león. Además, hay cambios culturales: los millennials tienden a ser más abiertos a otras ideas sin espantarse ante sistemas otrora satanizados, como el socialista, y, dado su creciente peso electoral, exigen “socializar” las plataformas electorales y perfiles de los candidatos, según vimos en las justas de medio período.
Empero, el nuevo socialismo plantea un dilema ante las elecciones del 2020. En la larga y creciente lista de precandidatos demócratas, figuran, al menos, dos socialistas confesos (Bernie Sanders y Elizabeth Warren) y otros siete endosaron el Green New Deal de la popular Ocasio-Cortez. Es difícil anticipar cuál de ellos se alzará con la nominación, pero alguna forma de socialismo democrático se infiltrará en su propuesta bajo un doble albur: si se mueve muy a la izquierda, alejará el voto independiente y demócrata conservador; si no lo hace, los millennials podrían reclamarle, como a Obama, estar al lado de los grandes bancos mientras los deudores perdían sus casas.
No está claro si el Partido Demócrata podría escindirse para dar cabida a una tercera fuerza electoral (hace pocos años en Costa Rica era impensable romper el bipartidismo), ni si el Republicano se vería forzado a girar a la izquierda para reclutar jóvenes descontentos y evitar la derrota, que parece inminente. Lo que sí está claro es que el neosocialismo seguirá presente en el escenario político estadounidense. ¿Y en Costa Rica?
El autor es abogado y economista.