¿Cuál ha sido el más “gato” de los partidos políticos? Antes de revelarlo, voy a recordar la fábula gatuna de Charles Perrault -Le chat botté- y el refinado musical de Andrew Webber –Cats– basado en la obra de T. S. Elliot.
En la primera, un molinero reparte mal su herencia y al pobre Benjamín solo le deja un gato. Un día, por hambre, se lo iba a comer, pero el gato, embustero, lo convenció de comprarle unas botas y un bolso para engatusar a la gente hasta convertirlo en el marqués de Carabás. La crítica dice: “si realmente hay una lección por aprender es que el engaño y la mentira dan beneficios más rápidamente que el trabajo duro”. En Cats, Perrault hace una profunda reflexión del proceso de redención en que los propios gatos (jellicles) escogen a quién salvar, sermonear o corregir. El más sabio de todos, Old Deuteronomy, lidera la transformación.
Pasemos de la prosa a la política. El PAC, sin duda, ha sido el más “gato”: batió al PLN en el 2014; logró relegirse en el 2018 a pesar de la mala gestión fiscal y el escándalo del cemento chino; coleaba en las encuestas a un mes de la elección, pero se sacó sagazmente de la manga el as del matrimonio igualitario para colarse en el balotaje y, luego, acusó al PRN de atentar contra la Negrita y se salió con la suya. Un verdadero gato con botas.
Una vez en palacio, aseveró no saber nada del hoyo fiscal, que en él caeríamos si la Asamblea y la Sala Constitucional no aprobaban el plan fiscal y amedrentó con una versión corregida y aumentada de la crisis de Carazo. Prometió que el plan todo lo resolvería, pero luego mostró las uñas: se inclinó, como su antecesor, más por endeudamiento ($6.000 millones) que por recortar gastos. ¿Se saldrá otra vez con la suya? Aceptó la condición de la regla fiscal, pero solo después de la segunda emisión. ¡Qué ironía!: pregonar que la regla era vinculante, pero resultó discrecional.
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Como diría T. S. Elliot, los gatos comunes necesitamos un nuevo Deuteronomy. Por dicha, han surgido líderes en el PUSC y PLN que maúllan desde un tejado más elevado: Pedro Muñoz, Roberto Thompson y Carlos R. Benavidez exigirán recortes antes de aprobar nuevos empréstitos. Todas sus condiciones son válidas, pero la más eficaz es aprobar solo $1.000 millones hasta ver si el astuto chat botté cumple su promesa. Si lo hace, ascenderá en la escala de los jellicles; si no, tendrá que hurgar nuevos recortes y rebuscar más hondo, como los otros gatos, entre los aljibes del viejo callejón.