El doble estándar o doble moral es un acopio de principios aplicados diferentemente a grupos de personas o circunstancias similares que resultan injustos para uno de ellos. ¿Hay ejemplos en Costa Rica?
Sí, muchos. Uno es la doble moral de políticos, economistas y analistas ante los dos gobiernos del PAC: al primero, lo trataron con implacable rigurosidad, mezquindad y dureza; al segundo, le condonan casi todo y eximen de culpa y responsabilidad por acciones u omisiones de similar talante. ¿Cuál es la razón?
Empiezo por lo más evidente. A Solís le negaron la reforma tributaria, esencial para evitar la crisis; a Alvarado se la servirán en bandeja. A aquel lo crucificaron por el gasto; a este lo felicitan por su retórica de austeridad, aunque poco ha hecho por reducir erogaciones, transferencias y achicar el tamaño del Estado (detuvo su alza, pero pospuso el grueso del ajuste). Al otro lo emplazaron por el hueco fiscal; a este lo exculpan por no saber preverlo y hacer pagos contrarios a la Constitución y las leyes. A Helio le negaron los títulos en dólares para el exterior; a Rocío se los aprobó la Contraloría. Al PAC I lo acusaron de proteccionista; el PAC II sube aranceles al arroz y nadie chista. A Solís lo tildaron de sindicalista; a Alvarado lo excusan por no imponer represalias a los huelguistas y darles vacaciones pagadas.
Del 2014 al 2018, al Banco Central lo fustigaron día y noche (sin exagerar) por estabilizar el cambio, controlar la volatilidad, intervenir en el mercado de divisas, usar reservas, no ceder ante intereses creados y brindar una estabilidad de precios pocas veces vista; ahora, nadie lo critica por rescatar la inflación como objetivo esencial, intervenir en el mercado cambiario, perder reservas y financiar al gobierno con letras del tesoro, anuncio preocupante que le hizo perder reservas por $75 millones en tres días (a Olivier lo habrían colgado de la pretina).
Volvamos al doble estándar. En el fondo, hay un grave complejo de culpa que le brota por los poros a la oposición.
El PLN y el PUSC (en ese orden) son corresponsables del caos fiscal, padre y madre de exoneraciones, exenciones, privilegios, beneficios, convenciones colectivas, pluses, aguinaldo escolar, favor a las cooperativas, pensiones obscenas, proliferación de instituciones, oponerse a despedir personal redundante y privatizar. Pero se les acabó el tiempo de procrastinar. La crisis acecha. Si estalla, los salpicará. De ahí su nueva moral.