La generación del recambio está ya instalada en Centroamérica. Ha quedado manifiesto durante la Jornada Mundial de la Juventud, en Panamá. Los grandes retos de todo un continente se reunieron ahí, resumidos, en los ideales y pensamientos de nuestros jóvenes.
La política joven no es más de los mismo. De manera que, a partir de ahora, tiene que venir una nueva actitud, una nueva manera de construir el futuro. El ejemplo es Costa Rica con un mandatario que propone nuevas ideas, aunque discrepemos con él en algunos puntos concretos. Representa una generación joven. Pero está, también, en todos los partidos, con nuevas mentalidades, llenas de juventud y de potencialidades de encuentros novedosos. Y lo veremos reflejado en las próximas elecciones municipales, con nuevas exigencias, que no pueden ofrecer más de lo mismo.
Ser optimistas. Hemos de resolver los problemas básicos: alimentación, educación, salud, innovación, seguridades, crimen del narcotráfico, salud, etc. Todo esto se puede concretar rápidamente, pero hay que pensar en el medio ambiente, potenciar nuestras universidades, encargarnos de la gente de la tercera edad, de la innovación científica, del papel líder de la mujer y hacer de Centroamérica una región de esperanza y no de permanentes tragedias.
Francisco nos dijo en Panamá –y esto es también algo importante para todos los actores políticos–: “Ser actores del destino. Cada uno de ustedes ocupa un lugar especial en la construcción de la nación, y está llamado a velar para que esta tierra pueda cumplir su vocación de ser tierra de convocatorias y encuentros; esto implica la decisión, el compromiso y el trabajo cotidiano para que todos los habitantes de este suelo tengan la oportunidad de sentirse actores de su destino, del de sus familias y de la nación toda. Es imposible pensar el futuro de una sociedad sin la participación activa ―y no solo nominal― de cada uno de sus miembros, de tal modo que la dignidad se vea reconocida y garantizada en el acceso a la educación de calidad y en la promoción de trabajos dignos”.
Los partidos políticos, viejos o jóvenes, no pueden ver a esta nueva generación como una simple maquinara electoral. El acercamiento al votante joven cambió, y no responde a propuestas de bostezo.
Mentalidad solidaria. Los jóvenes de hoy están plenamente informados, dan respuestas inmediatas por las redes a sus retos, desconfían de las propuestas cajoneras y necesitan soluciones, orientación; muchas de las cuales están siendo construidas por las empresas y mentes innovadoras que se reinventan en cada esquina del emprendimiento colaborativo, que son, efectivamente, proyectos solidarios.
La doctrina social de la que ha hablado el papa Francisco es volver a dar esperanza a los jóvenes, de permitirles y proponerles organizar bien su futuro, en concreto, a los que viven en la profunda miseria, o en las montañas; ofrecerles algo más que añejas ideologías de café frío. Se trata, más bien, de ayudarles a construir amplios programas de cooperación para que la juventud pueda salir adelante, como debe ser el caso de la juventud hondureña, pozo de profunda pobreza y estancias de iniquidad que debemos atender.
Los resultados de proyectos fracasados para la juventud no pueden recalentarse cada 10 años. Tampoco podemos permitir en Centroamérica que la cárceles se llenen de jóvenes delincuentes sin futuro. Aquí, se trata de que todos asumamos esfuerzos y realidades para sacar adelante la agenda centroamericana, para lo cual necesitamos un diligente sector privado que con un nuevo esfuerzo aporte y permita sacar los problemas adelante, con mentalidad y experiencia empresarial.
El Incae, organismos regionales, cámaras empresariales, sindicatos, organizaciones universitarias, juveniles y de voluntarios, tienen un aporte vital dada su experiencia y versatilidad en la contribución al diálogo y al aporte estratégico.
Nuevas tecnologías. La juventud requiere experiencia laboral junto a sus estudios. Ese es el primer reto que tienen los jóvenes de entre 15 y 24 años de edad, según el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Pero antes necesitan una buena formación. Deben conocer a profundidad las virtudes humanas y cívicas, pues el futuro de los jóvenes es ser ciudadanos competentes, de ejemplar nivel en lo humano, social y profesional.
No hay futuro si Centroamérica no se ocupa de la escuela, dínamo educativo. Es un esfuerzo de toda la sociedad, pues al unísono tenemos que dedicarnos a los jóvenes. Y este es el sólido mensaje del papa Francisco al dejar Centroamérica.
Costa Rica debe asumir más responsabilidades. La tasa de desocupación es del 20 % en América Latina y el Caribe. La atención de los marginados de la educación y de la salud son asuntos que ocupan gran atención y fueron claramente expuestos en Panamá.
La juventud de América es el grupo humano más descartado de la región a pesar de lo que se invierte en su educación. Con gran preocupación lo vemos en el Triángulo Norte (Honduras, El Salvador y Guatemala). No podemos decir que son problemas de otros.
Dado el potencial que tiene este país, tenemos la responsabilidad de ocuparnos de problemas educativos y no solo de ver hacia otro lado. Ese es el gran mensaje de lo jóvenes junto a Francisco.