Costa Rica acogió en el 2007, fundamentada en el paradigma de la determinación social de la salud, el modelo conceptual y estratégico de la producción social de la salud.
Le corresponde al Ministerio de Salud ejercer la rectoría, mediante la cual promueve y articula, de manera eficaz, “los esfuerzos de los actores sociales y ejerce sus potestades de autoridad sanitaria para proteger y mejorar la salud de la población”.
Los actores sociales principales son los que protegen y mejoran la salud de la gente, los que producen efectos sanitarios negativos y los que influyen en forma directa o indirecta en la toma de decisiones y la creación de políticas públicas en este campo.
Entre los primeros, es fácil reconocer a los prestadores de servicios, tanto de salud preventiva como curativa, los segundos incluyen sectores productivos de bienes y servicios patogénicos, tales como alimentos no saludables, agricultura que haga uso en exceso de plaguicidas, cigarrillos y bebidas alcohólicas, entre otros.
En el tercer grupo, están los poderes ejecutivo y legislativo, gobiernos locales y algunas instituciones autónomas. Me enfocaré en este último grupo.
En pro de la salud
La duda que me surge es si quienes son llamados a fungir como altos jerarcas ministeriales, municipales y legislativos, o en la presidencia ejecutiva de las autónomas relacionadas con la salud —me cuesta identificar una que no lo esté—, reconocen que existe la producción social de la salud y, en caso positivo, el papel fundamental que cada una de las entidades que dirigen cumple en su obtención.
Un actor clave para este propósito es quien ocupe la presidencia de la República, pues al comienzo de su mandato organiza a su equipo de trabajo en los distintos ámbitos, entre ellos, el sanitario. Si quien ocupa el puesto no reconoce la forma en que la gobernanza debe ejecutarse en pro de la salud de la población y la sociedad, la nación está en terribles problemas.
Mi lectura es que, por la forma en que ocurren las cosas, no se conoce sobre la determinación social de la salud, por ende, de su producción social. Esta realidad incluye, lamentablemente, a quienes nos dirigen.
Parecen desconocer los más elementales fundamentos de los factores que tienen la capacidad de incidir en los procesos de salud-enfermedad. Habrá que averiguar si el concepto “una salud” es de dominio de quienes han ejercido el cargo; sin embargo, al ver la lista de ministerios e instituciones que componen el sector sanitario, se desprende que hay desconocimiento absoluto al respecto.
Por ejemplo, no se incluye a los Ministerios de Obras Públicas y Transportes (MOPT), Vivienda y Asentamientos Humanos (Mivah), Economía Industria y Comercio (MEIC), Trabajo y Seguridad Social (MTSS), Desarrollo Humano e Inclusión Social, Niñez y la Adolescencia, Justicia y Paz y Educación. Se desconoce también el papel de los gobiernos locales. Me enfocaré en los ignorados.
Desde el MOPT hasta el MEP
El ministro de Obras Públicas debe conocer el peso de su cartera en la salud. Cientos de horas al año dentro de un vehículo acarrea grandes impactos negativos, pero tenemos uno de los peores sistemas de transporte del mundo y el caos vial parece no encontrar solución.
Las muertes y lesiones debidas a accidentes de tránsito aumentan cada año. Más graves, quizás, son los efectos inmediatos y a largo plazo de la contaminación ambiental causada por el uso masivo de combustibles fósiles en la flota vehicular, sumada a la desastrosa red vial y la ausencia de trenes eléctricos urbanos y hacia los puertos para el transporte de personas y carga, más su incidencia en el cambio climático y la documentada afectación de la salud de las personas y los ecosistemas.
El MEIC, con sus políticas de fomento y fortalecimiento de iniciativas y encadenamientos productivos, debe favorecer la estabilidad económica de cientos de miles de personas o, por el contrario, aumenta el desempleo, la competencia injusta, el cierre de negocios y, con ello, los problemas de salud mental y física. Aparejado a este, el de Trabajo debe buscar condiciones laborales dignas, inclusivas, equitativas y con justicia social.
Por su parte, habitar viviendas y en ambientes inapropiados reduce la esperanza de vida hasta en cinco años. Es función de Vivienda prevenirlo. El Micitt no se queda atrás, pues la vida moderna exige conectividad y tecnologías que posibiliten disfrutar de bienes y servicios transcendentales para tener una vida más sencilla y saludable.
Otros ministerios parecen explicar su papel en la salud con su solo nombre: Desarrollo Humano e Inclusión Social, Niñez y la Adolescencia y Justicia y Paz.
El IMAS desempeña un papel esencial en transferencia social a la población más desfavorecida, a fin de propiciar la movilidad hacia arriba y su efecto dominó que culmina con mejor salud. Pero cada vez le quitan más fondos.
Qué decir del Ministerio de Educación cuando la evidencia es apabullante respecto a que una población mejor educada tiene más opciones de trabajo y, con ello, los beneficios que conlleva para la salud. Además, personas más educadas suelen cuidar la salud propia y la de su círculo familiar, cumplir las indicaciones médicas y, por tanto, enferman menos. No obstante, los recortes en el presupuesto del MEP tienden a crecer.
Ministerio de Agricultura
Es imposible no incluir al MAG. Permitir la producción agropecuaria utilizando cientos de toneladas de plaguicidas nos convierte en el país donde más se consumen estos químicos en el mundo.
Las autoridades buscan, so pretexto de abaratar costos, eliminar las regencias médico-veterinarias en cientos de plantas de cosecha y transformación de productos cárnicos y lácteos, en contra de lo que la inocuidad de los alimentos exige.
La producción social de la salud exige conocimiento del entramado que su determinación social significa. Mencioné pocos ejemplos sobre cómo se olvida el papel fundamental de algunos ministerios no incluidos en el sector y di por sentado que los que sí están incluidos lo conocen. No obstante, me quedan serias dudas acerca de si quienes ocupan la silla en el Ministerio de Salud y la presidencia ejecutiva de la Caja son conscientes de su importancia.
El autor es profesor de Epidemiología en la UNA desde hace 20 años. Ha publicado unos 140 artículos científicos en revistas especializadas.