Columnistas

Derretimiento II

EscucharEscuchar

Con la columna del domingo anterior no tratábamos de negar los méritos de Erik el Rojo o de Cristóbal Colón, algo que habría carecido de interés porque, al desconocerse la identidad del líder de la expedición siberiana que pudo traer la primera presencia humana a América, no sabríamos a quién adjudicarle el título de Descubridor del que despojaríamos al vikingo y al genovés. Nuestro comentario solo sugería que la imposibilidad de navegar por el océano Ártico a principios del segundo milenio de nuestra era habría impedido a los navegantes nórdicos alcanzar el océano Pacífico y “descubrir” Asia oriental; en contraste con la situación actual, en la que el paso por el norte entre el Atlántico y el Pacífico se va abriendo y ya permite los cruceros de placer y los inevitables patrullajes militares. Falta, pues, poco tiempo para que ese paso compita, al menos durante parte del año, con el canal de Panamá y le reste posibilidades al de Nicaragua. Sin embargo, el asunto nos concierne a los centroamericanos por razones más apremiantes. Examinemos una de ellas.








En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.