Juan colisionó aparatosamente bajos los efectos del alcohol, hecho que cubrieron varios medios, por lo cual la noticia inmediatamente emerge ante la búsqueda de su nombre en Internet. Para Juan, este es un capítulo doloroso que quisiera borrar de la memoria colectiva.
María, quien con gran sacrificio sacó su carrera de noche, ha tenido dificultades para obtener un crédito y un ascenso, pues su historial lo enturbia una nota periodística de hace más de diez años cuando su condición de madre trabajadora y estudiante era realmente precaria.
Para Mariela, la Internet se ha vuelto una preocupación, pues fotos posteadas al calor y despreocupación de su adolescencia podrían afectarla en su aspiración de incorporarse al mundo laboral.
La Internet y los cada vez más eficientes motores de búsqueda son invaluables herramientas a nuestra disposición que, sin duda, facilitan nuestra vida diaria, pero que también plantean retos como cuál debe ser el balance entre el derecho a la propiedad de datos de una persona, la buena reputación y el resguardo de su intimidad, por una parte, y, por la otra, el derecho a la libertad de expresión y el derecho colectivo a la información.
Sobre este tema hay una interesante resolución del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, en la que se consideró que el buscador de datos, en este caso Google y Google España, están en la obligación de retirar enlaces a informaciones publicadas en el pasado, si estas son lesivas a una persona y carecen de relevancia.
Esta resolución, que se ha denominado “derecho al olvido”, no pretende cambiar los hechos ni alterar lo sucedido en el pasado, pues las publicaciones originales, cuando son legítimas, como su cobertura en un medio de comunicación, aún quedarían vigentes, pero se hacen menos accesibles, o invisibles, ante los buscadores de Internet.
Gracias a esta resolución, cualquier europeo interesado puede presentar su solicitud directamente a los motores de búsqueda (Yahoo, Google, etc.), y estos evaluarán si tiene fundamento, o no. De no ser aceptada, se tendrá la posibilidad de recurrir a los tribunales. Luego de la sentencia, Google recibió, en tan solo un día, 12.000 solicitudes.
Esta sentencia, que tiene adeptos y detractores, innegablemente se convierte en un punto de partida y referente para el mundo europeo y no europeo. Como lo muestran las miles de solicitudes presentadas a la fecha, la era de Internet conlleva inconmensurables beneficios a la humanidad, pero también plantea importantes retos que el derecho y los tribunales de justicia en el mundo, incluida Costa Rica, deberán resolver.