Muy triste y lamentable el colapso vial que agobia a los habitantes de la capital y otras ciudades del país. Después de aquel famoso anuncio publicitario: “Más rápido en la casa, menos tiempo en la presa”, prometiendo una luz de esperanza de que las cosas iban a caminar, todo se paralizó. Se esperaba mejor suerte porque muchos proyectos ya estaban en la tubería y prontos a madurar, heredados de administraciones anteriores. ¿Qué pasó? ¿Aberraciones ideológicas, incompetencia, aprendizaje, trabas administrativas que no se intentaron superar, mala fe, grupos de interés?
Los ciudadanos, hoy, están decepcionados y ven con angustia y desesperanza que la situación pueda mejorar. Perder tres o más horas en un trayecto de menos de veinte kilómetros, es cosa de todos los días. Esto está generando una pérdida inconmensurable de recursos productivos y compromete, seriamente, el desarrollo del país, empeora el desempleo y la pobreza.
Eso no era inevitable. Al menos estaban sobre la mesa una serie de proyectos viales que ayudarían a mejorar, en algo, la situación y que, si se complementaban con nuevas iniciativas a partir del 2014, los círculos virtuosos impulsarían soluciones más rápidas. Pero, tristemente, nada se hizo. En el 2018, estamos con los mismos tapones y un parque automotor en explosión.
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En el aire. Después que en campaña se promocionó la construcción de la carretera a San Ramón y se ofreció el oro y el moro, con un proyecto nuevo, “más barato y de mejor calidad”, que sería ejecutado a una velocidad inusitada, tal como se sospechaba, quedó en el aire. Se tramitó un tortuoso fideicomiso en la Asamblea Legislativa, con bases irreales y fantasiosas, difícil, sino inviable, de poner en marcha. Al menos, como plan de emergencia pudo haberse acometido el tramo Sabana-aeropuerto, por mucho, el más angustioso de los problemas.
A pesar de que se habían cumplido los parámetros que justificaban la ampliación de la ruta 27, el gobierno, sin mayores explicaciones, anunció, recién empezando, que esa vía no era prioridad. Las consecuencias están a la vista. Y este era un proyecto fácil que hubiese mejorado su imagen.
A ese proyecto estaba ligada la radial que comunicaría la General Cañas con Lindora. Si bien después de tres años de dilaciones se inició la construcción del puente del Virilla sobre esta vía, se ve que no será solución, pues trasladará el embotellamiento al cruce de San Antonio de Belén.
Otro proyecto, que estaba prácticamente a la puerta del horno, fue la ampliación de la ruta 32. Inexplicablemente, el gobierno decidió paralizarlo, bajo la premisa de que iba a renegociar el contrato. Esto solo sirvió para organizar una nutrida visita a ese país, sin que se mostrara, claramente, algún logro. Hoy sigue sin empezar.
La ampliación de la carretera a Cartago se dejó para las calendas griegas porque se asomó el fantasma de que lo único viable era por concesión. Y eso es pecado en este gobierno y sus seguidores. Para colmo, había que hacer expropiaciones y a eso le tenemos un miedo terrible.
Hay más. La Circunvalación norte, que quedó adjudicada a finales del 2013, sigue dando tumbos. Cuatro años no han sido suficientes para reubicar a los precaristas, en su mayoría extranjeros, que invadieron los terrenos estatales. Hace un par de meses, después de varias fallidas inauguraciones, se inició el movimiento de tierras en uno de sus tramos.
El puente del Saprissa tampoco se ha iniciado, porque no hay decisión de quitar a los precaristas que invadieron los terrenos del Estado.
Los pasos elevados en la Circunvalación vieja (Garantías sociales, UCR, Bandera y Guadalupe) duermen el sueño de los justos, a pesar de que hace más de cuatro años se adjudicó a una agencia de las Naciones Unidas para darles más celeridad. Pero no parece que haya habido interés en eliminar las trabas que los tienen pegados.
El puente de Heredia por la Pozuelo se construyó casi porque no hubo más remedio. La orden de inicio se dio en la administración anterior, y, sarcásticamente, podríamos decir, porque no hubo chance de obstaculizarlo.
Después de muchas idas y venidas, finalmente, el gobierno comenzó y concluyó la ampliación del puente de “la platina”, aunque, inexplicablemente, a seis carriles, cuando la ampliación está propuesta a ocho. Parece que no tenían mucha confianza en que el proyecto se fuese a iniciar.
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En las afueras. Fuera del área metropolitana varios proyectos siguen bajo prueba y error. La carretera a San Carlos parece que tampoco saldrá en esta administración. El tramo entre Vuelta de Kooper y La Abundancia, iniciado desde hace muchos años, fue recibido con notables fallas. A pesar de que fue el primer decreto, el reforzamiento y reconstrucción de nuevos puentes parece haber avanzado muy poco. Hay decenas de puentes en mal estado en todo el país.
En transporte público, la situación no ha sido mejor. La sectorización y reorganización de los servicios de autobuses no avanzó un ápice. Más bien, el viceministro que la estaba impulsando fue removido y se puso a una persona muy cercana al sector, con la promesa de que ahora sí caminaría. ¿Resultados?
El pago electrónico, instrumento más que necesario para calcular la demanda, las tarifas y la sectorización, está en el olvido. Para el 2014 estaba previsto un proyecto piloto en las interlíneas, cuya ejecución se guardó en un armario.
Por cierto, estas siguen sin integrarse, lo que evitaría a los usuarios trasbordos innecesarios, pérdida de tiempo y disminuiría costos operativos. Las líneas de autobuses siguen sin licitarse, como lo ordena la ley desde 1994. Los permisos en precario no se han convertido en concesiones (para lo que es necesario que las empresas den la información que, o no la tienen o no la quieren dar). Y la nueva metodología sigue sin ponerse en vigor, bajo argumentos sin sustento, que parecen confundir a varias instancias judiciales.
Ojalá el nuevo gobierno llegue con otra actitud y a poner orden en infraestructura y transporte, priorizando el interés común de todos los costarricenses sobre los buscadores de rentas o grupos de interés. ¿Será mucho pedir ese regalo al Niño Dios?
El autor es economista.