El proceso de solicitud del certificado de vacunación contra la covid-19 representa lo bueno, lo malo y una oportunidad de cambio, deseable en un área clave como lo es el gobierno digital, sin avance durante muchos años.
En lo positivo, gracias a un esfuerzo interinstitucional, el país entregará una constancia con código QR —un estándar global— y migrará a un sistema de autogestión digital amigable y expedito. Por el país y su reactivación económica, esperemos que así sea.
En lo negativo, cabe resaltar que la falta de previsión en cuanto al volumen de usuarios, la mala planificación de los recursos, el anuncio de una cercana obligación de obtener el documento, no tomar en cuenta el tráfico regular de personas que viajan al extranjero y la solicitud de este en los países más visitados disparó la demanda de una media de 1.000 a 30.000 solicitudes diarias. El resultado fue la caída del portal de atención y largas filas en las instalaciones del Ministerio, hechos inaceptables en tiempos de pandemia.
A la fecha se ha recurrido al llamado a los usuarios para que utilicen el servicio de certificación solo en caso de emergencia, enfermedad o muerte de un familiar, para viajes por razones humanitarias o representaciones culturales y deportivas en el exterior. Algunos podrán estar de acuerdo con esta respuesta, pero hay que decirlo de manera transparente: es muy poco seria.
Reconozco que se ha hecho un esfuerzo muy significativo con miras a vacunar a la población: al 71 % ya se le aplicó una dosis y al 50 %, ambas. Esto, con objetivos muy claros: la salud, la reactivación y la recuperación de empleos.
También, ha habido esfuerzos valiosos para contar con la aplicación EDUS, donde consta toda la información sobre vacunas. ¿No es más fácil permitirle a la CCSS certificarlo y así tener dos instancias?
No habiéndolo hecho, lo pertinente es adelantar la puesta en funcionamiento del sistema de autogestión antes del 8 de noviembre, teniendo en mente que el procedimiento no puede convertirse en un obstáculo para la reactivación, mucho menos a las puertas de la temporada alta para el comercio, hospitalidad y entretenimiento, entre otros, actividades muy golpeadas por la pandemia y que esperan y necesitan un buen diciembre.
La autora es politóloga.