Injustificable. Indebido. Irracional. Irresponsable. El perdón de deudas por ¢6.200 millones, gestado por el gobierno y aprobado por 39 diputados, gana todo adjetivo porque, desde donde se le mire, es un ultraje a lo que debe ser el manejo transparente del dinero público.
La condonación es una ofensa porque ninguno de los 2.700 supuestos agricultores morosos tendrá que demostrar insolvencia para pagar sus deudas. Nadie tendrá que aportar documentos que comprueben que la pandemia lo dejó quebrado, pues el gobierno y los diputados suponen a todos como pobreciticos. Así de fácil.
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Posiblemente, en esa lista haya deudores que califican para que les disculpen el pago, pero lo correcto era exigirles probar su estado de calamidad para evitar que vivillos, por decirlo de forma decente, se aprovechen de la inusual credulidad con la que gobierno y diputados gestionaron el indulto.
En este proceso, el Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD) dio pésimo ejemplo de transparencia al negarse a aportar a los diputados los montos que debe cada moroso, por ser, según ellos, «información sensible». Así de fácil. Ni pena les da alegar tal insensatez y, peor aún, que los diputados se hayan tragado tal excusa.
Todo costarricense tiene derecho a conocer cuántos millones se les perdonaron a los pobreciticos. Es dinero público. Y lo reitero: si a un pobrecitico le apena que se conozca su deuda, que tenga la decencia de excluirse de la lista. El dinero público debe tener manejo público y no «confidencial» como hizo el SBD.
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Esta ley debe marcar un antes y un después. Una condonación como esta debe llevarnos a los ciudadanos a exigir al SBD prevenir pérdidas tan exageradas, porque el espíritu de su creación no era perdonar a cuanto moroso lo pidiera. También debemos exigir a los partidos políticos, a los candidatos presidenciales, a los aspirantes a diputado un manejo de los fondos públicos apegado a rigurosas normas de fiscalización, que se omitieron en estos ¢6.200 millones.
Todos están en campaña electoral y por eso los diputados están a mano suelta con el dinero ajeno. Su irresponsabilidad es para no olvidar.
amayorga@nacion.com