Mucho orgullo siente uno al pasar por el tramo de Cañas hacia Liberia en la Interamericana norte.
Una carretera ancha, de dos carriles en cada sentido, pasos elevados, puentes peatonales y bahías para buses permite un viaje cómodo y eficiente por las llanuras guanacastecas.
Flanqueada por hermosas estampas de ganado pastando, ríos plateados y grandes haciendas, esta moderna ruta proyecta una visión de progreso a lo largo de sus 50 kilómetros.
También motiva al viajero a fantasear cómo sería visitar la tierra de las tanelas y la leche dormida cuando estén terminadas las ampliaciones en marcha de Barranca hacia Cañas.
No obstante, mucho ojo. El trayecto de Cañas hacia Liberia ya evidencia algunos signos de deterioro que podrían arruinar su imagen idílica si no se atienden con premura.
Señales de tránsito vandalizadas, guardavías golpeadas y fracturas en varios puntos de la barrera central ya son perceptibles a simple vista.
Además, la ciclovía está sucia y descuidada, hay montículos de tierra y hojas secas en todo el carril, y florecen rollos de monte en aceras y cunetas.
El año pasado el Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme), de la Universidad de Costa Rica, dio la primera voz de alarma.
Un informe elaborado por especialistas de la entidad señaló la existencia de una considerable cantidad de losas agrietadas y con sellos en mal estado.
Según los expertos, tales defectos representan un riesgo para los conductores y sería menos costoso atenderlos en este momento que después.
En aquel entonces, el Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) anunció que iba reparar las losas y sacaría a licitación un contrato para garantizar que la vía se mantuviera en óptimas condiciones.
Sin embargo, tal parece que el anunciado mantenimiento nunca se concretó o que las expectativas tuvieron que reducirse en vista de las crisis fiscal y sanitaria del país.
Surge la duda de qué va a pasar con esta obra que costó $200 millones y que en el mes de julio cumplirá cinco años de inaugurada.
No sé si la solución será colocar peajes, pero sería un pecado que esta formidable ruta se transformara en una calle llena de huecos y parches. Ojalá las autoridades hallen pronto una respuesta.
rmatute@nacion.com