En solo dos años, el megapuerto de Moín, dado en concesión a APM Terminals, generó $24 millones para invertirlos en el desarrollo económico y social de los limonenses. Lamentablemente, esa buena noticia confirma lo ineficiente que ha sido Japdeva para Limón.
Comencemos por el principio. En 1963, la Junta de Administración Portuaria para el Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica (Japdeva) nació con el fin de administrar los puertos y generar ganancias para, como lo promete su pomposo nombre, el desarrollo.
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Durante algunos años cumplió su cometido, hasta que el sindicato se empoderó. Todo se distorsionó. Entonces, el fondo para desarrollo comenzó a enflaquecer mientras el presupuesto para costear los privilegios establecidos en la convención colectiva de los 1.500 trabajadores se engordaba. Los gastos casi llegaron a igualar los ingresos.
Así, vino el 2013. Ese año, Japdeva giró ¢3.662 millones ($7,3 millones) para obras, 6 % menos que en el 2012. El acabose se dio en el 2017, cuando el aporte cayó a ¢10 millones ($18.000).
Hasta hoy, los limonenses ven ingresos por $12 millones al año para proyectos que les permitirán reducir la pobreza y el desempleo y tener mejor calidad de vida. Sin embargo, para su desgracia, Japdeva, por ley, es la administradora del dinero.
Desgracia porque llegamos al 2020 con un problema insólito: hay $24 millones, pero la burocracia de Japdeva impide convertirlos en obras. Están engavetados.
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Tal incompetencia sustenta la tesis sobre la necesidad del cierre de Japdeva. Primero, porque está quebrada. Proyecta gastar en el 2021 ¢22.000 millones, pero solo tendría ingresos por ¢9.000 millones; segundo, porque no tiene carga que mover; y, tercero, porque hasta el sindicato la puso el borde del colapso al embargarle las cuentas. Ni ellos quieren que sobreviva.
El futuro de Japdeva es transformarla en una simple, pero eficiente administradora del canon de APM, como el Incop en el Pacífico. Inyectarle más dinero sería botarlo, pues hay que admitirlo: murió. No la mató la competencia. Fue su incompetencia, su sindicato y sus privilegios salariales. Cuanto más tiempo pase sin decisión, mayor cantidad de dinero perderá el país. Lo responsable es cerrar puertas. Lo digo como buen limonense.
amayorga@nacion.com