El Ministerio de Hacienda anunció en un comunicado: “Nueva canasta básica tributaria protege a la población con menos recursos”. ¡Qué titular más lejos de la realidad!
Todo lo contrario. La canasta básica tributaria diseñada por técnicos, expertos en impuestos, empobrecerá más a quienes menos tienen y pasará una mayor factura por millonarios subsidios estatales y a la CCSS.
El costo supera el beneficio propuesto porque, aunque las personas en pobreza ahorrarán un poco de dinero al adquirir alimentos prácticamente exonerados (pagarán un 1 % del impuesto sobre el valor agregado), estos son los más ricos en grasa, dañan el corazón y desencadenan enfermedades incapacitantes. Tal alimentación les hará visitantes más frecuentes de los hospitales y clínicas de la CCSS porque, literalmente, es una canasta de engorde.
Quien la ideó imaginó billetes sobre billetes entrando a Hacienda, sin pensar que la consecuencia es catastrófica para un país en el cual la obesidad es un asesino invisible.
El Estudio Latinoamericano de Nutrición y Salud (Elans), en el cual participó la Universidad de Costa Rica y fue dado a conocer en agosto del 2018, determinó que el 32,6% de los costarricenses sufren sobrepeso y el 30,6%, obesidad. Es decir, dos de cada tres viven en la gordura, y la canasta de productos los engorda más, pues los estimula a comer mal.
Por ejemplo, el menú de Hacienda sacó –y así encareció– pan, arroz y harina integrales, el atún en agua, la natilla light, el brócoli, el zapallo, el zucchini y nueve frutas, entre ellas, las fresas, con la justificación de que “los pobres no comen eso”.
En su lugar, incorporaron lo que “sí comen los pobres”: lactocrema, tapa de dulce, gelatina en polvo, harina de yuca, pejibaye, chiverre, horchata, pinolillo y solo una fruta, naranja agria, la cual será lo único que, en grandes cantidades, les ayudará a quemar toda la grasa.
Hacienda debe admitir y enmedar el error. Debe revisar esta canasta, pensada para engordar al pobre y, con todos los productos que quedan gravados con 13%, engordar más sus arcas. Es cierto, las finanzas públicas están en rojo, pero no se justifica sanearlas por este medio… la salud de los costarricenses nunca debe ser la que pague la factura fiscal.