Buenos días: ‘Ballenas cédula 6’

Una decisión tomada hace 30 años creó un santuario que hoy es aprovechado por lugareños para vivir y conservar especies en extinción.

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Fernando Monge se presentó: “Yo era de los que se oponían a la creación del Parque Nacional Marino Ballena, hace 30 años…”. En ese entonces era pescador. “Solo sabía pescar”, explicó, y pensaba que un territorio protegido lo iba a liquidar económicamente.

Hoy, más bien está agradecido de su existencia porque los avistamientos de ballenas le dan de comer. Ese parque lo convirtió en empresario: tiene Gurrión Tours, que ofrece viajes de observación que salen desde Punta Uvita, playa famosa por un tómbolo de arena que, desde el aire, es ver la cola de una ballena.

Detrás del empresario estaba el mapa del parque de 5.735 hectáreas marinas y 115 terrestres. Enfrente, 22 limonenses que celebrábamos, con un paseo de fin de semana, los 39 años de graduación del querido Colegio Diurno de Limón.

Don Fernando también es hoy experto en ballenas. Instruyó sobre las medidas de seguridad en la lancha y sobre la vida de los cetáceos: “Viajan de 5.000 a 8.000 km, desde aguas frías a cálidas. Llegan a medir de 12 a 15 metros, un macho; de 15 a 18, una hembra. Él llegará a pesar unas 25 toneladas, ella, 40... Ellas se alimentan del kril en el plancton y viajan a aguas frías para buscar alimento en toda su ruta, pero si tuvieran aquí ese alimento en cantidad suficiente, se quedarían. Las ballenas son de Costa Rica, solo que no hay cantidad suficiente de alimento para sobrevivir...”. Estos gigantes vienen a parir a nuestros mares y, como decía Gerald, el guía de la lancha, “son ballenas cédula 6, pues nacen en Puntarenas”.

De pronto, a unos kilómetros de la playa, frente a roca-isla Ballena, aparecieron madres con sus hijos. Sus lomos oscuros sobresalían sobre el mar y, varias veces, saltaron para mostrarse, enormes, ante las pequeñas lanchas llenas de turistas, el domingo.

Cristian, el capitán, con el motor al mínimo, pedía silencio y funcionó: se acercaron más, saltaron más y una hasta lanzó un chorro de agua. No hubo necesidad de perseguirlas, solo de adentrarse en el mar y ellas llegaron.

Este 7, 8, 9, 15 y 16 de setiembre esta comunidad tiene su Festival de Ballenas y Delfines 2018. Si usted no ha hecho el tour, vale la pena. Enhorabuena que una decisión de hace 30 años creó un santuario para estos animales.

Armando Mayorga es jefe de Redación de La Nación.

amayorga@nacion.com