Columnistas

Bajo el signo de Caín

No puede ni debe haber paños tibios, porque la institucionalidad de la jurisdicción es más importante que los sujetos individuales.

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En el Evangelio según san Juan, capítulo primero, primer versículo se lee: “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. Del segundo pecado del Génesis, Caín, el asesino de su hermano menor Abel, fue condenado por Dios a vagar errante y a llevar en su frente una misteriosa señal que, al mismo tiempo que dice su carácter de asesino, impide que lo puedan matar. De una manera misteriosa, al verse excluido de su zona de confort, Caín se vio obligado a fundar una ciudad y con ella la civilización.








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