El domingo pasado, a la salida de misa, conversamos con el vendedor estrella de una importante librería josefina. Le preguntamos qué pensaba del reportaje aparecido el día anterior en este diario sobre lo que supuestamente leen los candidatos a la presidencia y nos respondió que solo le habían quedado en claro dos cosas: no todos los candidatos salieron algo mejor parados que el político mexicano que demostró ignorar del todo la invención de la imprenta, y uno de nuestros esperanzados elegibles confundió, evidentemente, el silabario Paco y Lola con una novela titulada Juan Salvador Gaviota . “En síntesis”, puso la lápida nuestro experto, “sospecho que algunos de nuestros líderes no saben distinguir entre un libro y un arrobo”.
En el primer momento no entendimos a qué se refería, pero horas después caímos en la cuenta de que, ciertamente, es imposible confundir una libra con una arroba. Eso sí, antes de despedirnos nos explicó que para él habría dado lo mismo que el reportaje en cuestión enfocara el tema de los colores favoritos de los candidatos en la elección de sus pantalonetas de baño, y anunció: “Ya que muchos quedamos enjuagados, voy a averiguar lo que nos interesa haciendo un sondeo complementario entre quienes no querrían engañarnos ni tendrían por qué hacerlo: le preguntaré al vendedor más avispado y observador de cada una de las quince librerías más importantes del Valle Central cuáles de los candidatos entrevistados se aparecieron alguna vez en su establecimiento en busca de un libro: el énfasis en este último detalle es importante porque en algunas librerías venden, además de libros, lápices, rasuradoras eléctricas y repuestos de bicicleta”. De paso, nos reveló el nombre del político que ocupará el cargo de ministro de Relaciones Exteriores en caso de que cierto candidato gane las próximas elecciones presidenciales; le preguntamos por qué estaba tan seguro de ello y afirmó que su certeza se la dio el mismo futuro canciller al presentarse en la librería a comprar un mapamundi en el que “sea fácil ubicar la posición geográfica de Zimbabue”.
Le pedimos que nos mantuviera al tanto de los acontecimientos y ayer nos llamó para decirnos que, con la ayuda de algunos colegas, realizó el sondeo entre el lunes y el jueves y ya disponía de los resultados. “En aras de mi férrea neutralidad con respecto a la opereta electoral en curso”, dijo, “tengo que abstenerme de divulgarlos, pero, para dar una idea de cómo está el arroz, sí puedo contar que la señorita que tabuló los datos casi se nos infarta a causa de un incontenible ataque de hipo y todavía se encuentra hospitalizada”.