‘Alea jacta est’

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El título no va por Julio César, sino por Juan Apata, el ciudadano cuya suerte quedará echada cuando, después de que el TSE convocó oficialmente a elecciones para el próximo febrero, se cierren con candado ciego las listas de candidatos que los conciliábulos de los partidos le pondrán enfrente para que elija sus futuros legisladores. A este punto se llegará prácticamente sin que Juan haya podido opinar y, a diferencia de César, quien conocía las cualidades de sus legiones y de las que podrían intentar detenerlo antes de que llegara a Roma, Apata parte rumbo a la escabechina cívica como soldado raso y sin saber siquiera cómo tirar piedras con la honda.








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