Alajuela ‘distópica’

El centro era un espacio habitado y habitable, dos características cada vez más ausentes en la actualidad.

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Mis primeros recuerdos del centro de Alajuela son los de una ciudad todavía rodeada de cafetales y potreros, con muchos árboles y matas en los jardines y en los patios, y casas de puertas abiertas y ventanas sin rejas.

Basta con revisar rápidamente las secciones de sucesos de los periódicos de medio siglo atrás para constatar que, en esa época, el centro no estaba libre de accidentes, peligros, mendicidad, violencia, actividades delictivas y derrotas –insufribles– de la Liga Deportiva Alajuelense.

Sin embargo, el centro era un espacio habitado y habitable, dos características cada vez más ausentes en la actualidad. El centro, crecientemente deshabitado, colapsa hoy por las presas viales y se empieza a vaciar al caer la tarde.

Desolación. Una vez que la noche se anuncia, descienden las cortinas metálicas de los negocios, cierran las oficinas y el desierto urbano, como el monstruo voraz e imparable de la película The Blob (1958), se traga de un bocado cuadras, calles y aceras.

Esa sensación de desolación se intensifica por los cientos de locales comerciales y de casas que permanecen sin alquilar en el centro, como supervivientes de un naufragio urbano a la espera de un rescate imposible.

Durante el día, los encargados de algunos locales comerciales creen que podrán atraer más clientes con el equipo de sonido a todo volumen. Esa cultura del escándalo la comparten los evangélicos, quienes, en su desesperada búsqueda de nuevos diezmeros, merodean atronadoramente por las paradas de autobuses y se enseñorean en los parques de la ciudad.

Abandono. Un creciente número de personas, en situaciones de indigencia y adicción también han encontrado refugio en el centro. Al apropiárselo, se han convertido en habitantes permanentes de sus aceras, calles y espacios públicos, con todas las implicaciones que esto tiene para la seguridad y la higiene.

Al parecer, años atrás, hubo la iniciativa de colocar cámaras de vigilancia en el centro, pero no está claro si esos aparatos efectivamente fueron instalados y, si así fue, si alguna vez funcionaron.

Escandaloso, contaminado, caótico, inseguro y en proceso de abandono por sus vecinos, el centro de la ciudad de Alajuela podría haber tenido un presente distinto. Por lo que ya es ahora, pareciera que su futuro solo podrá ser cada vez más “distópico”.

ivanm2001@hotmail.com

El autor es historiador.