La inclusión en la agenda legislativa del proyecto de ley 21182, conocido como jornadas 4x3, crea la oportunidad de poner bajo la lupa los pros y los contras de lo que podría ser una reforma laboral de gran trascendencia, complejidad e impacto.
Se trata de tomar una decisión clave que actualice una legislación octogenaria, muy alejada del modelo productivo nacional y de la dinámica del comercio internacional al que Costa Rica decidió integrarse y es esencial para nuestra economía.
El proyecto se encuentra en la Comisión de Asuntos Hacendarios y, después de escuchar muchos criterios a favor y otros tantos que acribillaron la idea de ajustar las jornadas de trabajo, mi conclusión es que el proyecto no podrá ser perfecto, pero tampoco es tan malo como lo pintan.
No debe verse como la solución al desempleo, ni presentarse como una pomada curadora de todos los males, pero tampoco deberían atribuírsele consecuencias que se alejan de sus alcances.
Este tipo de jornadas extendidas no son para todos los empleadores ni tampoco para todos los trabajadores. Como jornada excepcional que es debe limitarse solamente a ciertas actividades que lo justifiquen y a las personas que cuentan con las herramientas para adaptarse a ellas.
El texto pone en blanco y negro ambas posiciones, en procura de un equilibrio y facilitación a los legisladores de la información requerida para discutirlo en profundidad.
Es un claro ejemplo de flexiseguridad, concepto de la doctrina laboral y legislación comparada que apela a la flexibilización de las normas existentes, pero agrega a este proceso de cambio medidas de protección y seguridad para los sectores vulnerables.
Implicaciones para los patronos
Con un último cambio presentado por el gobierno, el proyecto pretende regular las jornadas ordinarias diurnas que alcanzan las 46 horas semanales (once horas y treinta minutos diarios con sesenta minutos de descanso mínimo) y las 34 horas semanales en jornada nocturna (once horas y veinte minutos diarios con sesenta minutos de descanso).
Las jornadas de 12 horas son una realidad, no son un invento repentino, y también una necesidad para empresas con procesos de trabajo de 24 horas, los 7 días de la semana (24/7), muchas de ellas pertenecientes a las industrias que constituyen las mayores empleadoras privadas.
Las potenciales nuevas jornadas no representarán un ahorro económico para las firmas que las utilicen —porque deben mantener los salarios actuales a sus trabajadores—, incluso podría traducirse en un gasto mayor en su planilla, dado que el Consejo Nacional de Salarios deberá definir un salario mínimo diferenciado para las labores extendidas.
Las compañías que quieran instituirlas deberán notificarlo al Ministerio de Trabajo y cumplir con varios requisitos de salud y seguridad ocupacional. En consecuencia, serán sometidas a controles y supervisiones, es decir, no podrán aplicarlas las empresas que no pasen los requisitos.
La discusión, entonces, no es económica, ni versa sobre la disminución de obligaciones para los patronos. Se trata de brindar certeza jurídica para que muchas compañías, principalmente multinacionales que operan en el país, y otras que podrían venir en el futuro, tengan reglas de juego claras con una jornada laboral que se ajuste a su operación 24/7.
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Alcances para los trabajadores
El laborar durante cuatro días seguidos implica organizarse en lo personal y familiar. Ciertamente, demanda modificaciones en la vida a cambio de percibir un mayor salario. Esto muchas personas lo hacen hoy con buen suceso.
De acuerdo con una encuesta realizada en agosto por el Grupo Colectivo Empresarial a 323 trabajadores en los ámbitos contemplados en el proyecto de ley, el 75,5% de los entrevistados que se habían desempeñado en distintos horarios preferían la 4x3.
El 96% consideró importante seguir disponiendo de ella porque ven entre las ventajas gozar de tiempo libre, posibilidades de estudiar, pasar más tiempo con sus familias cuando logran organizarse o tener tiempo para sus diligencias.
El 61% eran operarios de plantas de producción y manufactura, la mayoría (un 63%) hombres y el resto (un 37%) mujeres.
El proyecto de ley crea condiciones para la alimentación y el transporte, que deberá facilitar el patrono como requisito indispensable.
También, está claro que debe haber un descanso semanal absoluto; y, lo más importante, nadie que hoy labore en una empresa será obligado a trasladarse a dichas jornadas, la voluntariedad prima en el proyecto.
La misma encuesta indicó que un 26% de los consultados consideraron la jornada más agotadora, por lo que garantizar las condiciones para la recuperación es clave.
Si la Asamblea Legislativa decide aprobar la reforma, creo que estos puntos deben mantenerse con la contundencia que se plantean en el texto, a fin de proteger al trabajador de la manera adecuada, tanto al que ya labora en estas jornadas como a los que decidan trasladarse a ellas, incluso, a quienes comiencen una relación laboral bajo estos términos.
Tomó dos décadas poner nuevamente las cartas sobre la mesa, y deben verse todas en conjunto, sin pasiones desenfrenadas, ni mitos, ni sobreventas de beneficios. La partida de análisis debe darse de forma cauta, responsable y estudiosa, pero inexcusablemente debe tener lugar, sin letargo adicional para discutir un asunto que es indispensable y no debería esperar 20 años más a causa de la indefinición.
El autor es abogado laboralista, socio director de BDS Asesores.