:quality(70)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/gruponacion/X6INICHHBVDNJBE2EV444VUZLI.jpg)
Ministra de Salud, Joselyn Chacón. (Rafael Pacheco Granados)
Como periodista con 30 años de ejercicio y formación académica en comunicación en salud, lamento el tiempo perdido en sus casi nueve meses de gestión, meses que a muchos nos han parecido una eternidad, dada la inagotable cadena de gazapos emanados del Ministerio de Salud.
Podría dar muchas razones, pero menciono la que me parece una de las más preocupantes: usted y todo su equipo de voceros han manejado un mensaje confuso y errático desde el minuto 1, y han infligido un profundo daño a la salud pública costarricense en uno de los momentos clave de la pandemia: la transición hacia la endemia.
Necesitábamos una transición planificada, capaz de generar y reforzar conocimientos, actitudes y prácticas en la población, lo suficientemente sólidas como para avanzar hacia una fase endémica con servicios de salud preparados para próximas crisis. Las acciones, sin embargo, van en la dirección totalmente contraria.
Quienes sabemos de salud pronosticamos lo que efectivamente pasó: que la población bajó la guardia, perdió el interés en la vacunación (no solo en la anticovid) y se lanzó a las calles desarmada a empezar la fase de transición (o interfase pandémica) luego de la crisis sanitaria que sufrimos.
Graves consecuencias
Muchos de los grandes éxitos en los primeros años pandémicos —que también son el resultado de décadas de educación en salud pública— desaparecieron por obra y gracia de usted, ministra, por ejemplo, los lavamanos debidamente equipados en los centros comerciales, restaurantes y hasta en los hospitales, donde he visto algunos que dan lástima... y miedo.
Esta es la hora en que no ha enviado un solo mensaje que motive a comercios, centros de trabajo, escuelas y todo lugar donde se den servicios de salud para contar con baterías de lavado de manos equipadas. La evidencia científica es abundante acerca de la repercusión del lavado de manos, una medida de bajo costo y eficaz, en términos de salud, para la prevención de todo tipo de infecciones, pero tan venida a menos en estos meses.
También desaparecieron las mascarillas correctamente usadas en temporadas pico de virus respiratorios, en transporte público, espacios cerrados y grupos de riesgo, a pesar de las recomendaciones hechas por inmunólogos, infectólogos, virólogos y epidemiólogos, que brindaron su conocimiento ad honorem para proteger la salud de todos, especialmente la de personas como la señora de Purral.
Ni que decir de la vacunación. ¡Toda! No solo contra la covid-19, en la cual Costa Rica invirtió millones para proteger a su población. Los habitantes de este país, convencidos por medio de la educación en salud sobre la necesidad de protegerse contra un numeroso grupo de enfermedades prevenibles, empezaron a dudar.
La Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Nacional de Niños está llena de menores con infecciones respiratorias, y registró dos lamentables muertes por complicaciones relacionadas con la covid-19 en la última semana de enero.
Entrada a clases
El boletín de prensa enviado a propósito del comienzo del curso lectivo 2023 fue, como todos los que envía el ministerio a su cargo, débil en información e indicaciones para que los padres de familia y los cuidadores sepan cómo proceder dentro y fuera de las instalaciones educativas.
¿Qué deben esperar los padres en el ingreso a clases? ¿Cuáles medidas se reforzarán en vista de la falta de vacunas, precisamente para el grupo que ingresará en masa a las aulas este 6 de febrero? ¿Comunicación en salud pública? ¡Cero! Como ciudadana y periodista, hubiera preferido que usted, abiertamente, se confesara antivacunas. Anticiencia, también.
El mensaje habría sido claro y comprenderíamos, de alguna manera, sus prolongados silencios en situaciones epidémicas que demandan una posición del ente rector; también sus intenciones con respecto a la Comisión Nacional de Vacunación y Epidemiología (CNVE) y el equipo de científicos asesores en enfermedades respiratorias, incluida la covid-19.
Empecé a cubrir el campo de la salud en los tiempos del ministro Herman Weinstok (1994-1998), recién fallecido. El poder que dan los años me legitima para afirmar que hoy, como nunca antes, el Ministerio de Salud está cada vez más alejado de su papel rector, sin una cabeza enfocada en los asuntos medulares, tales como las profundas inequidades y las abundantes barreras de acceso a una salud para todos.
¡Cuánto tiempo perdido, Dra. Chacón! ¡Y cómo lo sigue perdiendo! Le recomiendo redirigir las velas y respetar las décadas de historia a lo largo de las cuales este país se ganó la admiración, gracias a sus logros sanitarios, en el concierto de naciones, incluidas las más desarrolladas. Recapacite y cambie el rumbo.
aavalos@nacion.com
La autora es máster en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, especializada en temas de salud.