En junio, el gobierno de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, llegó a los 100 días de mandato, fecha que aprovechó para rendir su informe sobre el estado de cumplimiento de las “50 acciones” prometidas en campaña.
Las “50 acciones en los primeros 100 días de gobierno” incluían temas prioritarios en áreas fundamentales como educación, salud, seguridad social, medioambiente, cultura, equidad de género, seguridad ciudadana y pueblos indígenas.
En un sencillo acto, en el municipio de El Bosque, donde el año pasado anunció su candidatura, Bachelet afirmó que ha cumplido el 91% de las 50 medidas prometidas.
Según la mandataria, quedan como deudas pendientes la creación de los ministerios de Cultura y de Asuntos Indígenas, para lo cual será necesario entablar un diálogo con todos los actores, antes del envío del proyecto al Congreso de la República.
Las voces de la oposición no se han hecho esperar y han querido desvirtuar el nivel de cumplimiento asegurado por la mandataria. Así, por ejemplo, Ernesto Silva, presidente de la opositora Unión Demócrata Independiente (UDI), ha acusado a Bachelet de “mucho ruido y poco avance”, y Antonio Horvath, del Instituto Libertad, solamente reconoce el cumplimiento del 53% de las promesas. Otros han criticado su nivel de imposición aprovechándose de su mayoría parlamentaria.
Por su parte, Francisco Vidal, del Banco Central de Chile, respaldó a la presidenta manifestando que el 86% de las medidas se cumplieron, y reconociendo como las áreas de mayor avance la seguridad ciudadana, el trabajo, la protección social y las pensiones.
Lo cierto es que, sea el 53% que reconoce la oposición, o el 86% que le otorgan algunas entidades y personalidades, el nivel de logros obtenidos por Bachelet marca un hito de lo que puede hacer un Gobierno que tiene clarísimas sus prioridades, aprovecha la llamada “luna de miel” y no duda en utilizar el capital político que el electorado le brindó en las urnas.
En Costa Rica nos encontramos próximos a cumplir los primeros 100 días de esta Administración. Hasta el momento, no hemos visto las prioridades del Gobierno y, mucho menos, sus líneas de acción. A nivel legislativo, en las sesiones ordinarias, el nuevo Gobierno no ha presentado un solo proyecto y, en la amplia agenda planteada en extraordinarias, no se establecieron prioridades.
La próxima semana, el presidente rendirá su informe, que, según esperamos, ojalá clarifique, al menos, las prioridades de esta Administración. Desde ya manifiesto que lo escucharé con esperanza, pero también con la nostalgia de lo que pudo ser y no fue.