Malestar en Los Adobes
Urgente vigilancia policial
La urbanización Los Adobes, en Alajuela, es un lugar tranquilo y cuidado donde muchísimos alajuelenses realizamos nuestras rutinas de ejercicios. Acostumbran a pasar por ahí muchos niños con sus padres, jóvenes estudiantes de la UTN o de otros centros educativos cercanos y también personas acompañadas por sus perros.
Alrededor de la acera, bordeando el río Ciruelas, hay todavía vegetación, sobre todo bambú, además de un lindo parque para niños, una cancha de básquet y zonas verdes.
Son siete entradas para los que viven allí y, de ellas, las dos primeras no tienen vigilancia y, de unos meses para acá se han presentado algunas situaciones preocupantes.
Muchos taxistas –de la empresa Cootaxa– con gran irrespeto, realizan ahí sus necesidades fisiológicas. Por otra parte, el martes, un hombre, o un enfermo, entre los cañales, semidesnudo, se tocaba sus partes genitales.
En la entrada de la urbanización viven unos ocho enfermos alcohólicos desde hace unos dos años. Algunos cristianos les llevan de comer los fines de semana. Estos señores se aprovechan de su situación y los días que pasa el camión de la basura rompen las bolsas y buscan comida, luego las queman alrededor de los bambúes, por lo que es usual encontrar humo y montones de basura.
Es una pena que estas situaciones sucedan en lugares públicos y con tanta gente alrededor.
A quienes corresponda, ojalá logren poner fin a todo esto y no se llegue a lamentar, como ha sucedido en otras ocasiones.
Jenny Bonilla Córdoba.
Alajuela
‘La platina’ otra vez
Han pasado siete años desde que apareció el hueco en el llamado puente de ‘la platina’. Muchos millones de colones se han gastado en reparaciones, pero todos los intentos han fracasado. ¿Será que en Costa Rica no contamos con ingenieros calificados para resolver el problema? ¿Por qué no acudir a los chinos que construyeron el Estadio Nacional en tiempo récord?
Estoy seguro de que en los 15 minutos de tomar café habrían hecho la reparación definitiva del puente.
Rigoberto Prendas Vargas
Limón
Ley antiprivilegios
El Estado pagó ¢1,9 billones en pluses y ¢1,8 billones en sueldos en el 2014, privilegios que tienen al país en la pobreza y la ineficiencia. La mayor responsabilidad la tiene el PLN, que por ganar votos fue otorgando beneficios irracionales. Aunque muchos culpan a doña Laura y a don Luis Guillermo, la situación del país se arrastra desde hace años, incluso, hace mucho, excombatientes del 48 expresaron que había sido en vano el esfuerzo, pues por lo que combatieron estaba peor. También don Pepe expresó que algunos se estaban enriqueciendo a costa del Estado y doña Nini Chinchilla renunció a la diputación del PLN por el grado de corrupción de aquel entonces.
La Asamblea Legislativa debe dictar una ley que regule los salarios en las entidades públicas. No se vale que se excluyan entes so pretexto de autonomía o competencia, pues no se justifican salarios ni pensiones que sobrepasen los ¢5 millones.
Efraín Solís Ureña,
San José
Fútbol criollo
Desgraciadamente, con la reciente eliminación en la Concacaf de los “tres grandes” del fútbol criollo, ha quedado demostrado que los nacionales per se no son tan competitivos como sus similares del norte del continente. Lo han insinuado los mismos futbolistas costarricenses que juegan en el extranjero y los marcadores lo confirman. Esperemos que nuestra Selección mayor al mando de Wanchope iguale y mejore los resultados obtenidos por Pinto.
Egidio Vargas Durán
Santo Domingo de Heredia
Banalidad al aire
El artículo de Jacques Sagot del 11 de abril (“San José es un burdel”) es no solo oportuno y sensato, sino que vale también para analizar algunas “producciones nacionales”. Una noche de estas me topé con un programa televisivo en el que tres jóvenes –supuestos humoristas– se solazaban (babeaban, tocaban, acariciaban con sus greñas) ante el cuerpo cosificado de una modelo tendida en una camilla, cual si fuera una res lista para segmentar en jugosos pedazos. El consumo mediático sirve ciertamente para pensar, pero pensar es lo menos que podemos hacer en una sociedad imbuida en la sordidez y banalidad de sus medios, de sus espacios públicos y de sus ciudades. Hay una corresponsabilidad social en el centro de todo esto, pero parece que no nos atañe aun cuando es evidente.
Marisol Gutiérrez Rojas
San José