Definitivamente: doble postulación, doble moral. Resulta evidente que lo que se quiere al postularse de esa forma es simplemente un puesto político bien remunerado. Ninguna persona que verdaderamente quiera poner a disposición del país su capacidad, liderazgo, principios y valores sería capaz de semejante aspiración.
Digo esto como el más convencido de que la mayoría logra su propósito, es decir, no llegar a ser presidentes, como ya ellos mismos sabían, sino a ser diputados. Triste realidad, y, nosotros, los responsables.
Juan Carlos Arguedas, San José
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De acuerdo
Estoy totalmente de acuerdo con los diputados que presentaron el proyecto de prohibir la doble postulación. Si buscamos en la historia reciente del país, encontraremos varios ejemplos de estos, que lo único que ha traído al país es un incremento en el costo electoral y en lo personal para los pretendientes a diputados, con parada en la candidatura presidencial. Es el poder acceder a la deuda política para un partido que en realidad no tendría suficientes votos para la presidencia, mas sí para legislador.
¿Quién o cuál de los postulantes a gato (porque siempre caen parados, como decimos en Costa Rica) ha hecho algo realmente bueno por el país? ¿Qué mérito han tenido, además de estar viviendo del erario durante varios términos de la Asamblea Legislativa?
Quienes defienden este proceso deben tener un interés muy particular, que no creo que sea servir al país, mas sí servirse propiamente y a los intereses de sus más allegados.
William Granados Rodríguez, San José
Pobreza política
Mi pensamiento sobre la doble postulación es la pobreza política a la que ha llegado nuestro país. Ahora no hay líderes con capacidad para llegar por méritos a la presidencia, entonces, se valen de esta leguleyada porque ven que van a perder las elecciones y, así, por lo menos obtienen una diputación y siguen sangrando al pueblo con el salario que ganarán sin retribuir nada, pues en la Asamblea Legislativa tampoco van a dar la talla.
Para mí, es un negocio para compensar el dinero que gastaron en la postulación al partido que pertenecen.
Rafael Ángel Castillo Segura, San José
Respuesta del BAC
Nos comunicamos con Miguel Vallejos Gallo («Cartas», 11 de agosto del 2021) y procedimos a revisar el caso expuesto. Se comprobó que se encontraba en proceso y en tiempo, y para el día 12 de agosto confirmamos a Vallejos la presentación del fin del juicio ante el juzgado correspondiente.
Alejandro Rubinstein, vicepresidente de Experiencia al Cliente de BAC Credomatic
Otro significado
En el excelente comentario sobre la soberbia humana («Foro», 23/8/2021), la autora señala que la etimología de auriga tiene como componente el verbo latino «augere», pero eso es incorrecto. Tal palabra en esa lengua significa aumentar, desarrollar, robustecer, entre otros.
El verbo que corresponde es «agere», para expresar, conducir, llevar adelante, y notamos en la palabra analizada y muchas otras en español e inglés.
Rigoberto Guadamuz Monge, San José
Maña miserable
¿Que no hubo alevosía? Pues entonces al traste la muy real Academia, el sentido común, el uso del lenguaje. Refiere a otro de tantos vocablos que heredamos de lo árabe, como asesinar, nada de cariñoso cantar. A ojos vista hubo sibilina saña, aciagas agallas, actuar agazapado; criminal cazar, corrupto cálculo, perverso y podrido premeditar.
Aquel explicador en nuestro matutino, a quien conozco y valoro por sus dignos padres, expone que el juicio terminó en lo que sabemos porque el crimen cobarde se perpetró (vaya verbo) cuando no había todavía la nueva legislación que ahora sí rige. Es decir, a las claras, se interpretó a la letra, según el cuadernito viejo. Como sea, hubo un cobarde cortar.
La mayoría de nosotros no somos jueces, pero todos tenemos que juzgar, varias veces a lo largo de cada día. Como docente que he pretendido ser, durante 38 años en total, me ha tocado separar el grano de la paja, evaluar quién pasa de curso frente a quien se pasa de la raya por deficiente manejo intelectual, acompañado muchas veces de pobre expresión verbal.
El juez y el profesor aplicamos normas, pero sobre todo somos evaluadores, colaborando en un «proyecto país». Pero señores jueces, ¿no establecen diferencia entre lo legal (la letra, basada en el pasado) y lo legítimo (proyectando un país plausible)? ¿Adiós, Montesquieu, con su espíritu de leyes?
Víctor Valembois, San Pedro