Con respecto a la queja sobre el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) de Vilma Chavarría (Cartas, 8/2/2019), sobre las dificultades para presentar denuncias, debo decir que tiene toda la razón al revelar la falta de seriedad de esa dependencia. Aunque no es requisito dar el nombre del dueño de los animales (el formulario lo dice), Senasa exige que las denuncias virtuales tengan firma digital, y si se carece de ella hay que ir a las sedes regionales con el formulario impreso en horario de oficina.

¿Cuántas personas tienen firma digital para interponer denuncias por actos crueles que se cometen en todo el territorio y a toda hora? ¿Qué pasa cuando el caso es urgente u ocurre fuera del horario de Senasa? Si una persona solicita que no se den los datos personales al denunciado, entonces no mandan el resultado de la inspección y, para rematar, los criterios para archivar una denuncia son administrativos y no se enfocan en la urgencia de detener el maltrato de un ser indefenso o la amenaza de perros agresivos por culpa de sus dueños.

Carmen María Rojas González, San Pedro de Montes de Oca

Trabajo infantil

Espero que las autoridades fiscalizadoras y garantes de la protección de la niñez, como el Patronato Nacional de la Infancia (PANI), el Ministerio de Trabajo y la Defensoría de los Habitantes, entre otras, actúen pronto y de manera eficiente contra el trabajo infantil, que muy solapadamente muchos llaman “emprendedurismo infantil”. Es de verdad vergonzoso e inaceptable que chiquitos trabajen si de forma muy clara está prohibido según el Código de la Niñez y la Adolescencia (Ley 7739).

Este gobierno declaró de interés público la erradicación del trabajo infantil y está permitiendo el abuso. La única actividad que debe realizar un menor de edad es estudiar. Llevar dinero a la casa es una tarea exclusiva de los padres o encargados, punto.

Eugenia Soto Suárez, San José

Arte en San José

¿Se pueden tocar las esculturas de la exposición de Jorge Jiménez Deredia en San José? Me complace mucho comentarles a los amantes de la cultura y de las exposiciones de escultura, que las 27 muestras de Jorge Jiménez Deredia podrán interactuar con el tacto de sus espectadores. Las obras se tocan con las manos limpias; incluso la gente se sienta sobre la base (no sobre la escultura) y se toma fotografías. El escultor no tiene problema con eso.

“Muchas gracias, Jorge, por este aporte cultural a la tierra que lo vio nacer”, le dije cuando nos encontramos después de muchos años sin vernos. Jorge fue mi compañero en el Conservatorio de Castella y en la Escuela de Artes Plásticas de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica.

Norberto Herrera Labiosa, San José

Terceras personas

El relato de una mujer sobre un acontecimiento de intimidación sexual tiene un trasfondo para la reflexión. Hace muchos años se popularizó el título de “madamas”, en el mundillo de la prostitución; eran mujeres que contactaban jovencitas bonitas, muchas provenientes de cantones alejados de la capital, con hombres con poder económico y, a cambio, las madamas recibían una remuneración en dinero u otros beneficios.

No es nada nuevo en una sociedad carcomida por las falsas apariencias, pues siempre la satisfacción carnal ha tenido un precio. ¿Cuántas mujeres sufrieron agresiones sexuales y callaron para siempre? ¿Cuántas amigas de confianza de los poderosos propiciaron encuentros de este tipo?

Lo revelado por la protagonista de una agresión, de que hubo una cita a ciegas, promovida por una tercera persona, no deja la menor duda de que contó su verdad.

Albán Rugama Dávila, barrio México

Turismo en peligro

Es increíble la cantidad de problemas que han salido a la luz pública sobre el Parque Nacional Manuel Antonio. Es una zona que debe ser mejorada continuamente, le produce millones de dólares al Gobierno por el turismo que atrae y no entiendo por qué la administración no mete mano directamente y se olvida de esos entes. El gobierno local tampoco hace nada. Cada día que pasa vamos matando la gallina de los huevos de oro, el turismo, despertemos.

Henry Martínez Gallo, Guanacaste