Inconforme con respuesta
La Controlaría General de la República (Cartas, 17/1/2019) trata de responder a mi queja sobre el desorden de las remuneraciones a los funcionarios de las instituciones públicas y el poco control que este ente ejerce, pero más bien me da la razón. Tampoco respondió a mi carta “Freno a convenciones” (24/12/2018), en la cual critiqué la impavidez de la Controlaría ante el abuso con los fondos públicos.
Ahora dice que su informe sobre remuneraciones en 189 instituciones públicas es un insumo para la discusión nacional. Esta respuesta es inaceptable. La discusión nacional se viene haciendo de forma pública, por todos los medios, desde hace más de 50 años y no da resultados. Es hora de actuar y a quien le corresponde hacerlo, precisamente, es a la Controlaría. ¿Qué hizo este órgano cuando hace unos seis u ocho años los magistrados se aumentaron el salario en ¢600.000 mensuales, sin normativa? ¿Y qué hizo cuando hace poco, sin normativa, se volvieron a aumentar su salario con un “índice gerencial”? ¡Nada!
Galo Vicente Guerra Cobo, San José
Justicia incumplida
En Costa Rica, la ley no es ni pronta ni cumplida y se irrespeta el artículo 27 de nuestra Constitución. Cómo es posible que a un asunto que beneficiaría a todos los herederos y futuros herederos de bienes inmuebles, presentado ante el Tribunal Fiscal Administrativo el 28 de setiembre del 2017, los jueces no le hayan dado el trámite adecuado. Por la falta de resolución se viola el artículo 121 de la Constitución. Solicito a la Defensoría de los Habitantes que revise este caso para que defienda a los ciudadanos de decisiones antojadizas y sin sustento legal que perjudican a los costarricenses.
Luis Guillermo Rodríguez Chacón, Heredia
Cambio en pensiones
Recién nos sorprendió el diputado Eduardo Cruickshank con su demostración de sensibilidad social al llamar al gobierno a que demuestre con hechos el compromiso de lograr un régimen de pensiones justo y sostenible. Bien hace el diputado, ya que se desprende de su propuesta y es por todos conocido que en el país tenemos pensiones que le permite a algunos vivir en la opulencia y a otros en la miseria.
Con la decisión tomada en agosto pasado de reducir las injustas pensiones de lujo se logró un ahorro cercano a los ¢11.000 millones, monto que deberían indexar a las pensiones del régimen no contributivo y a programas sociales que dignifiquen a nuestros hermanos que no pueden vivir con pensiones de ¢78.000. Esperemos que el oído y el corazón de la ministra de Hacienda se reflejen en el próximo presupuesto extraordinario.
Álvaro Chaves Sánchez, Heredia
Traslado de esculturas
Con el traslado del monumento de las Garantías Sociales, del escultor costarricense Olger Villegas, para agilizar el movimiento vehicular, se debe mejorar la conservación de obras artísticas públicas. El monumento tiene 25 años de estar colocado en la rotonda de las Garantías Sociales; los grupos escultóricos que lo componen están colocados a diferentes niveles de altura y a distancias precisas entre sí, orientados de acuerdo a los puntos cardinales. También, por su ubicación, producen luces y sombras medibles cada día. Esto podría ser fortuito, pero dejó de serlo y forma parte intrínseca del conjunto. De estos factores depende cómo percibimos y sentimos los volúmenes y espacialidades del conjunto. La verdad del monumento es todo esto y más, como las formas circulares construidas para contenerlo y definirlo. Si en el nuevo emplazamiento se pierden estas características, el monumento ya no será el mismo.
Crisanto Badilla, Heredia
Juegos millonarios
Me pregunto si esos juegos de millones de colones en canales costarricenses, en los que las personas responden por teléfono, están aprobados por las instituciones correspondientes y el Ministerio de Hacienda, con sus respectivos impuestos y facturas. Creo que no hay diferencia y sí competencia con la Junta de Protección Social, pero ellos no dan ayuda a instituciones. Y bien podría abrirse a todo tipo de juegos futuros.
Mario Valverde Montoya, San Pedro de Montes de Oca
Doble discurso
Nos jactamos de ser el país más feliz del mundo, pero yo creo que no es así. Condenamos a los conductores borrachos, pero toleramos y promovemos el consumo de licor en festivales; nos preocupamos porque cada año miles de jóvenes quedan embarazadas; sin embargo, los padres, por vergüenza o ignorancia, no hablan claro de sexo con sus hijos y, para colmo, no dejan que en las escuelas o colegios los informen; por un lado, el OIJ y la Fuerza Pública arriesgan sus vidas agarrando a los maleantes y por el otro, los jueces los dejan libres; solicitamos mejor educación, pero damos gran importancia al mundo superficial y, por último, la Caja y Tributación persiguen al que menos tiene y a los “peces gordos” ni los vuelven a ver.
Fabián Cerdas Quesada, Turrialba