En una semana la oficina de Recursos Humanos de la Universidad de Costa Rica (UCR), donde soy profesor, sacó a concurso las siguientes plazas de tiempo completo: tres para asistente de oficina, una para conserje, otra para jefe y dos técnicos: uno en cobros y otro en gestión municipal. Es decir, en promedio, una cada 24 horas.
Los reportes de concursos internos temporales y en propiedad evidencian que en la UCR, en plena pandemia y sin tener clara la ruta de la “nueva universidad”, seguimos engrosando el empleo público desde la añeja lógica prepandémica.
Un responsable freno en seco a todo nuevo nombramiento permitiría un respiro para valorar las prioridades de una educación que sin duda nos volcará de ahora en adelante, en buena medida, hacia la virtualización, por donde las lógicas administrativas también deberán transitar.
Un responsable freno en seco también reconocería la crisis por la que atraviesan empresas y ciudadanos que son quienes sostienen con sus impuestos la educación pública universitaria de la cual nos sentimos orgullosos.
Alejandro Vargas Johansson, Naranjo
Pseudolíderes en la calle
El movimiento de protesta, equivocadamente llamado Rescate Nacional, se ha caracterizado por complacer bloqueos en carreteras, pillaje y vandalismo; los dirigentes demuestran tolerar los desmanes que se cometen.
Iniciaron y aceptaron el comportamiento delictivo, prendieron la chispa y dejaron las llamas seguir su curso; son culpables de todo el daño causado al país. La instigación y el vandalismo es la tónica del movimiento.
Demuestran que son políticos desgastados, que se aprovechan de un pueblo necesitado y desesperado, y lo manipulan utilizando la demagogia barata y populista. Costa Rica está enferma no solo debido a la pandemia, sino también por la actitud irresponsable de estos pseudolíderes políticos. Es un mal ejemplo para nuestro pueblo y las futuras generaciones, y una mala señal de quienes persiguen fines electorales.
Juan de Dios Cartín Herrera, San Pedro de Montes de Oca
Igualdad ante la ley
Allá por los años sesenta del siglo pasado, en las clases de Cívica de Fernando Alpízar, estudiábamos los derechos y deberes del ciudadano costarricense. Muchas fueron las horas fastidiosas que pasamos escuchando y analizando las leyes. La mayoría las he olvidado, pero una prevalece en mí de manera indeleble: “La ley es igual para todos”.
Quienes bloquean las calles, quienes impiden el libre tránsito, quienes cometen actos violentos, los poseedores de artefactos de guerra, los que violan las medidas sanitarias y los rancios políticos instigadores deben comparecer ante la ley, de lo contrario la Fiscalía General incumpliría su deber y establecería un pésimo precedente.
Carlos Masís Acosta, Cartago
Pareja dañina
Quién dio la representación a José Miguel Corrales y a Célimo Guido para perpetrar actos contra el sector productivo al bloquear las calles ilegalmente y a sus “secuaces” para cometer delitos contra la población, como quema de vehículos, secuestro de personas, matonismo en estado de ebriedad o drogados, que no aprecian ni por asomo la vida de sus semejantes.
Es pura delincuencia, ni más ni menos. Corrales y Guido pretenden figurar nuevamente en el espectro político, ambos peligrosos en el estado actual de las cosas. El primero, porque actúa guiado por una combinación de frustración y revancha política, y el segundo, bueno, todos lo conocemos, es un radical seguidor de Chávez, Ortega y Maduro, le encanta el caos. Es una pareja, en virtud de sus motivaciones, que puede ser muy, pero muy dañina.
Juan Carlos Campos Salas, Heredia
No lo conocen
El presidente de la Corte Suprema, Fernando Cruz, no merecía una reelección con tanto voto en contra. Quienes lo adversan no lo conocen y no saben interpretar las manifestaciones del magistrado constitucionalista.
Él defiende la autonomía del Poder Judicial, no los pluses. Quienes tenemos el honor de ser sus amigos personales conocemos sobre su infancia, de cuna humilde, y los grandes sacrificios de su padre, Claudio, laborioso abogado litigante para que su hijo Fernando se preparara académicamente. Agradezco a los legisladores que supieron valorar los atestados morales, éticos y profesionales del magistrado Cruz a la hora de reelegirlo.
Gaetano Pandolfo Rímolo, San Antonio de Desamparados