Es deseable “hacernos como dueños y poseedores de la naturaleza”, afirmó Descartes en el Discurso del Método , “no solo por la invención de una infinidad de artificios que nos permitirían gozar sin ningún trabajo de los frutos de la tierra(...), sino también principalmente por la conservación de la salud, que es, sin duda, el primer bien y el fundamento de los otros bienes en esta vida”.
A la visión antropocéntrica de la relación entre el ser humano y la naturaleza, se opuso Spinoza en la Ética : no se trata de pensar al ser humano como “un imperio en un imperio” porque no existe una oposición entre el hombre y la naturaleza como dos entidades excluyentes. La naturaleza es una, y el ser humano no se puede sustraer a sus leyes.
Frente a la evidencia del cambio climático –uno de los efectos de la actividad humana en perjuicio del ecosistema– estas dos visiones del mundo orientan el debate sobre nuestra relación con el ambiente. ¿Cómo conciliar desarrollo económico y respeto a la naturaleza? ¿Se trata de elegir entre el uno y la otra, como entre dos opciones excluyentes? ¿Son los daños al ecosistema un efecto inevitable de y para la vida humana?
Al distinguir entre “desarrollo sostenible” y “desarrollo sustentable”, el abogado Álvaro Sagot analiza las implicaciones de dichas nociones para concebir políticas y normas ambientales. Jorge Cabrera presenta los retos del país en normativa ambiental, y las medidas necesarias para estimular “buenas prácticas ambientales”.
El científico Pedro León expone las ventajas de ser carbono neutrales: alcanzar la soberanía energética sería una importante fuente de ingresos económicos para el país. Heidy Murillo transmite la crítica desde las organizaciones ambientalistas a la gestión gubernamental: es clave desarrollar más diálogo entre los sectores que luchan por proteger el ambiente y el Gobierno. Por último, el geólogo Allan Astorga señala la falta de planificación en ordenamiento territorial como un problema de importantes consecuencias para el medioambiente.