Hace siete décadas, el 12 de octubre de 1946, circuló por primera vez el periódico La Nación en una Costa Rica de 759.000 habitantes. La edición tuvo 48 páginas y costaba ¢0,10, mientras que la suscripción mensual valía ¢2. Entonces, San José era una ciudad recoleta, de pocas calles asfaltadas, acostumbrada al tranvía, las retretas y las carrozas fúnebres de cochero.

Karol Wojtyla, el llamado Papa viajero, falleció el 2 de abril del 2005, después de una larga batalla contra la enfermedad de Parkinson. En 26 años de pontificado, Juan Pablo II visitó 133 países y fue nueve veces a su natal Polonia. A un mes de cumplir los 85 años, la noticia de la muerte del ahora santo consternó al mundo.

Andrey Amador se convirtió en leyenda el pasado viernes 20 de mayo, cuando alcanzó lo más alto del ciclismo mundial: el liderato del Giro de Italia. De paso, logró lo impensable en un país donde el fútbol es rey y señor: que las siete provincias siguieran, minuto a minuto, su hazaña y festejaran como propio el momento en que se vistió de rosa.

El Mundial bajo techo de Estambul, en Turquía, fue el escenario donde el limonense Nery Brenes, entonces de 26 años, conquistó la primera medalla de oro para el atletismo costarricense. Corrió los 400 metros planos en 45 segundos y 11 centésimas, y compartió el podio con dos corredores de Bahamas.

La única medalla de oro ganada por Costa Rica en unos Juegos Olímpicos es mérito de Claudia Poll Ahrens. Su proeza se remonta al 21 de julio de 1996, cuando, a las 5:33 p. m., el país se paralizó ante las pantallas de televisión para verla nadar los 200 metros estilo libre en Atlanta, Georgia, y detener el cronómetro en 1:58:16.

Costa Rica enloqueció con el buen fútbol de su selección en el Mundial de Brasil, en junio del 2014. En el temido “grupo de la muerte”, la gran sorpresa resultaron ser justamente los ticos. Sus victorias sobre Uruguay, 3 a 1, e Italia, 1 a 0, fueron el comienzo de una seguidilla de celebraciones en las que miles se dejaron poseer por el delirio.

Dos atardeceres y dos amaneceres en un mismo día… y tan reales que hasta los gallos se confundieron. Un eclipse total de sol sumió a la población nacional en cinco minutos de penumbra a las 2 de la tarde. Lo vivido por los costarricenses aquel jueves 11 de julio de 1991 se repetirá hasta el año 2132.

Vivir en un país rodeado por dos océanos es todo un privilegio; también una gran responsabilidad. Esta conciencia ha ido creciendo conforme temas como la contaminación de los mares y la protección de las especies ganan terreno en la agenda nacional. El Día de los Océanos fue una ocasión idónea para dar espacio al debate.

El 23 de diciembre de 1972, poco después de la medianoche, un sismo de 6,2 grados estremeció las entrañas de Managua, Nicaragua, y, junto a dos réplicas posteriores de más de 5 grados, causó devastación en esa capital. El saldo final de muertes llegó a 19.000 y unas 250.000 personas perdieron su casa.

Poco antes de las 4 de la tarde del lunes 22 de abril de 1991, un terremoto de 7,6 grados conmocionó el país entero. La fuerza del movimiento levantó casi un metro la costa de Limón, aisló por completo a Sixaola, y dejó medio centenar de muertos, 554 heridos y 1.856 casas destruidas.

Los felicito por el éxito enorme de su periódico. Todavía recuerdo cuando se inició. De niño me gustaba la tira cómica del Gato Félix. Siempre leí el periódico que llegaba a mi casa en el Barrio Amón y me acuerdo de pasar frente a sus oficinas cerca de la avenida central en los años 50, camino a casa del Colegio Seminario. Después de 17 años de estudios en el exterior, al volver, me suscribí al periódico y hasta el día de hoy lo he leído diariamente. En algunas ocasiones me han aceptado artículos y cartas. Me ha impresionado el esfuerzo continuo por calificar la obra de los gobiernos en una forma neutral y efectiva. Solo me dolió hoy no encontrar entre las noticias escogidas alguna mención al Solidarismo Costarricense, obra del Lic. Alberto Martén, ni a la eliminación del ejército de don Pepe, para algunos las obras cumbre del siglo XX en nuestra patria. Por lo demás les deseo que continúen su excelente trabajo.

Yo tengo 62 años y desde que aprendi a leer, leo La Nación. Yo nací en una finca en San Pedro de Poás y ahí solo en dos casas se recibía el periódico. En la casa del patrón y en la de nosotros. Mi papá enseñó a mi mamá a leer en La Nación y ella era feliz leyendo los suplementos. Recuerdo " Hablemos Magasine" de ahí sacó el nombre de más de uno de sus 17 hijos. Nunca he olvidado uno en que en la portada venia una imagen de Abrahan cuando iba a sacrificar a Isaac. De ahí tengo un hermano con ese nombre. También el de "Gentes y paisajes". Ese era su preferido. Gracias por todo lo que nos han dado en todos estos años, incluyendo los suplementos educativos para los escolares que usaron mis hijos.Dios bendiga a todos los fundadores y a los que siguen trabajando.