En 2015, una publicación del reconocido portal de fotografía Mylio informó que ese año se tomarían un billón de fotos (un millón de millones), una cifra cuya cantidad de ceros no cabe en este renglón. Se estima que, en 2017, el 78,8 % de las imágenes se van a capturar con un teléfono inteligente (smartphone).
Los números no dejan espacio para dudas. Según los datos que cita Mylio, el 92 % de los usuarios considera que, después de hablar, el uso de la cámara es la actividad que más se realiza con el celular.
En este momento, millones de personas alrededor del mundo están tomando fotos o grabando videos con una gama de teléfonos muy diversa. Si todas las personas lo pueden hacer, ¿qué hace la diferencia, entonces, a la hora de elegir un smartphone? La respuesta está en la calidad de las imágenes.
Portar un teléfono inteligente implica tener a mano la cámara; sin embargo, las vistas desenfocadas, oscuras, con colores opacos o de pobre resolución torturan a diario a muchos usuarios.
Los fabricantes se han enfrascado en una lucha por satisfacer los gustos más exigentes en cuanto a la tecnología para captura de imágenes. Desde la perspectiva de los consumidores, pareciera que ya no basta con inventar el teléfono con la mejor cámara, sino que hay que dar vida a la mejor cámara que pueda usarse como celular.
En este camino, la industria china da pasos de gigante. En 2015, la compañía Huawei invirtió $9,2 mil millones de dólares en investigación y desarrollo (I&D) en sus 17 centros de I&D alrededor del mundo, como una forma de mantenerse a la vanguardia en la tecnología.
Recientemente, sacudió el mercado con su modelo P9, que promete revolucionar la fotografía digital. Sin duda, se trata de un adelanto tecnológico en el que vale la pena detenerse.