Seiscientos tiros disparados en el lapso de media hora, en los confines de un barrio alajuelense conformado por tres alamedas y un precario enclavados en una hectárea de terreno son, más que una escaramuza, una guerra.
Seiscientos tiros disparados en el lapso de media hora, en los confines de un barrio alajuelense conformado por tres alamedas y un precario enclavados en una hectárea de terreno son, más que una escaramuza, una guerra.