Se acabó la reiterada broma del pastorcillo: ‘¡Socorro! ¡Que viene el lobo y devora las ovejas!’

Al margen de la teoría de la relatividad y de la mecánica cuántica, este planeta azul, una miniatura de la Vía Láctea, donde nos movemos y somos, puede descalabrarse en cualquier momento, no porque las leyes de la naturaleza vayan a paralizarse o a cambiar, sino porque la imbecilidad humana no tiene límites.

Algunos buenos e inocentes consejos para los muchos aspirantes a la presidencia del país

Incapacidad, “pifias” y “errores” mayúsculos: una macabra danza de millones de dólares, no de colones, tirados a la basura.

Basta con oír el programa “Malas compañías” una sola vez para quedar ya enganchado y seguir escuchándolo.

A veces pienso que el calentamiento global está achicharrando la sesera de la gente

Indigna que, sobre todo en las sociedades dominadas por la puñetera envidia y la puñalada trapera, formidables seres humanos pasen ante los demás sin pena ni gloria, conocidos por unos pocos, desconocidos para la mayoría.

“Por más que lo parezca, no es increíble que la gente afirme y defienda hoy tantas y tan gruesas idioteces”. Santiago Manzanal escribe hoy sobre la comparecencia de los rectores de las universidades públicas ante el Congreso.

¡Ay!, esa maldita manía periodística de querer enterarse de la vida y las actuaciones de los demás

Las generaciones venideras maldecirán la irresponsabilidad de sus antepasados de hoy.