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Hace cinco años, cuando los rebeldes hutíes se apoderaron de Amrán, a 50 kilómetros de la capital de Yemen, Mohamed al Najri estaba convencido, como muchos, de que sería por poco tiempo, pero el país acabó en guerra.


La capital yemení, Saná, tenía este domingo un aspecto de “ciudad fantasma” después de que nuevos enfrentamientos entre rebeldes obligaron a cerrar las escuelas y las tiendas y llevaron a los habitantes a permanecer en sus casas por temor a los combates.