El premio Nobel de Medicina fue atribuido este lunes a tres investigadores estadounidenses por sus trabajos sobre el reloj biológico, que ilustra la adaptación del cuerpo a los ciclos del día y la noche.
Los problemas comienzan cuando el retraso es mayor a tres horas y se agravan cuando es mayor de cinco.
El reloj biológico interno hace que haya ciertas horas del día –usualmente las primeras con rayos de sol– en las que somos más propensos a enfermarnos de cualquier mal transmitido por un virus.