Ni el 1% de la población con ceguera o con discapacidad visual de Costa Rica cuenta con un perro guía. Quienes sí cuentan con estos valiosos compañeros lidian no solo con aceras y calles de terror, sino también con la incomprensión de una sociedad poco informada.

El cuido mensual de un perro guía es caro. Como mínimo, una persona no vidente requiere ¢75.000 para comida y otros gastos adicionales para asegurar una buena salud del animal, el mismo que se convertirá en los ojos del ciego en las calles. La Asociación Costarricense de Personas con Perros Guías (Acoppeg) está buscando padrinos que colaboren en la manutención de estos perros.