El privilegio de acudir a las urnas exige al ciudadano corresponder con una profunda reflexión sobre el rumbo deseado
Nuestras fortalezas no deben nublar nuestras debilidades, ni nuestra obligación por mejorarlas
A la hora de ejercer el sufragio, una buena dosis de realismo nos obliga, antes que nada, a reducir nuestras expectativas