Es innegable la mejora en el panorama fiscal, pero es peligroso lanzar campanas al vuelo, cuando la situación está lejos de ser sostenible.
Una mayoría de diputados de la Comisión de Asuntos Hacendarios concluyó que el déficit fiscal del 2020 fue mayor al reportado por el Gobierno en ¢161.000 millones.
La mejora fiscal que experimenta el país abre una oportunidad para acelerar la reducción en la deuda pública y por esta vía aliviar la situación económica de los hogares.
En los primeros cinco meses del año el Gobierno alcanzó un superávit primario (ingresos sobre gastos, excluidos los intereses) de ¢150.256 millones y la meta por alcanzar, al cierre de julio, es de un déficit de ¢390.000 millones
En el acumulado de enero a marzo del 2021, las finanzas públicas tuvieron un resultado de 0,61% de la producción, debido al recorte del gasto y más recaudación. El déficit fiscal fue de 1,06% del PIB, informó Hacienda.
Para el 2021, ese faltante, que es la diferencia entre ingresos y gastos del Gobierno (excluidos los intereses) debería bajar casi a la mitad en relación con el 2020.
Balance primario fue el menor en una década y endeudamiento público finalizó en 66% del PIB, en el primer mes del 2021, informó el Ministerio de Hacienda.
Plan de ajuste fiscal daría una trayectoria descendente a la deuda pública que alcanzaría el 73,3% del PIB al 2025, en lugar del 83,7% sin un programa de ese tipo; superávit primario sería del 2,3% del PIB en vez del 1,2%.
Si el Gobierno consiguiera el acuerdo con el FMI mediante la propuesta de ajuste fiscal anunciada en términos generales, en días recientes, la tarea no estaría completa, pues si la meta es bajar paulatinamente el endeudamiento hasta el 50% del PIB para finales del 2034, haría falta aumentar el superávit primario a un 4% por año.
Bajar un 2,5 % el déficit primario no hará que el endeudamiento del gobierno baje