Alepo ha sido tan golpeada que está irreconocible: semanas después de que concluyesen los combates, sus distritos orientales están cubiertos de polvo y cuadra tras cuadra se ven edificios convertidos en escombros, escenas que traen a la memoria la devastación de la Segunda Guerra Mundial.
Un sangriento atentado cometido con un camión bomba dejó el sábado al menos 48 muertos en Azaz, ciudad del norte de Siria y fronteriza con Turquía, mientras equipos técnicos entraron en una zona rebelde cercana a Damasco para restablecer el suministro de agua a la capital.
Frustrado tras años de vanos intentos de detener el derramamiento de sangre en Siria, Estados Unidos es apenas un espectador de la guerra civil al término de la presidencia de Barack Obama.
Rusia anunció el viernes que está retirando un portaviones y algunos otros buques de guerra de las aguas de Siria, como primer paso en la reducción de fuerzas en el país del Oriente Medio azotado por la guerra.
Turquía y Rusia negocian un acuerdo de alto al fuego en todo el territorio sirio, que según la agencia turca Anadolu ya se logró, aunque las principales partes no lo confirmaron.
Las fuerzas del régimen sirio se desplegaron este viernes en los barrios recién arrebatados a los rebeldes en Alepo, que ofrecían un aspecto desolador con edificios y calles destruidos, un día después de que los últimos insurgentes abandonaron la ciudad.