Fue un gran director, pero también era un compositor de genio, un pianista notable, un pedagogo y conferencista cautivante, un ensayista de prosapia, un ‘showman’ y un personaje mediático a quien recordamos en el centenario de su nacimiento.
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Su viuda dirigió una marcha simbólica y el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, pronunció un discurso ante 15.000 personas en Johannesburgo
Ella Fitzgerald, cuyo centenario celebramos este año, fue una de las voces egregias de su siglo. Su voz era singular, inconfundible: corría por la sala y nos penetraba, la respirábamos y bajaba hasta nuestros pulmones, nos atravesaba y contenía como una especie de líquido amniótico, se resobaba contra nuestros cuerpos y, por último, se quedaba a residir por siempre en nuestra memoria.