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No ha pasado mucho tiempo desde que filmar video implicaba un armatoste gigante. Recuerdo un paseo familiar a la playa, hace 20 años o un poco menos, cuando papá consiguió una cámara de video prestada –jamás hubiéramos podido pagar por un aparato de esos–. Era una caja gigante y pesada, que mi viejo se encaramaba al hombro y le daba pinta de camarógrafo de estación de televisión.La primera cámara GoPro apareció en el mercado en el 2004 y, desde entonces –pero sobre todo en los últimos cuatro o cinco años–, ha transformado el panorama de la producción audiovisual tanto a nivel casero como profesional.


Una mañana, una señora llegó al plantel de buses de Desamparados. Del cuello de la camisa jalaba a un joven que se resistía a seguir caminando. “Señores, aquí les vengo a dejar a este muchacho, es mi hijo y quien les asaltó el bus la semana pasada”, dijo.