Una investigación de La Nación evidencia a traficantes costarricenses que abastecen al ilícito mercado del arte arqueológico global. Los comerciantes venden parte del pasado precolombino indígena a cambio de miles de dólares. Aseguran que el negocio es similar al de las drogas: no morirá, aunque una ley lo prohibe desde hace tres décadas
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El país también es utilizado como puente para el comercio ilegal. Hace dos años, una persona usó un nombre y dirección falsas, para enviar por correo exprés una pintura original de Pablo Picasso. El cuadro había sido robado y se retuvo en una aduana de Washington.
El estonio Harry Mannil tenía una debilidad por los objetos de piedra. Decenas de cabezas de jaguar precolombinas de Costa Rica emergían de las paredes de su mansión, ahí donde dos esferas líticas de la cultura Diquís, del Pacífico Sur, flanqueaban la piscina del jardín.