Los jóvenes que ni trabajan ni estudian están expuestos a los cantos de sirena del crimen organizado.
El poder de la palabra hablada es una herramienta que se debe aprovechar desde los primeros años de la infancia porque tiene la capacidad de hacer despegar la imaginación de los niños mediante personajes, historias ficticias y finales inesperados que surgen de la creatividad de los más pequeños de la casa.
Alberto Barrantes reflexiona sobre el ser de la educación, sus fallas y la importancia de exigir resultados cuando se invierten millones de colones en este campo.