Rónald Bonilla camina con varios libros bajo el brazo y se sienta al fondo de la sala de la casa del poeta Carlos Rivera Chacón. No es un salón lujoso ni tampoco una casa bohemia: es una casa común y corriente, con varios sillones, sillas que fueron saliendo de los cuartos para acomodar a los invitados y, eso sí, una biblioteca con abundantes libros de todas las edades.
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Cincuenta años después de unirse a su primer taller poético, el escritor recibió el máximo reconocimiento de la cultura costarricense por su compromiso con la creación literaria: el Premio Magón 2015