Resulta en verdad extraño leer las airadas diatribas de Paul Krugman, una y otra vez, contra el Gobierno de Gran Bretaña. Su última perorata comienza con la afirmación de que “los resultados económicos de Gran Bretaña desde que estalló la crisis financiera han sido llamativamente malos”. Vitupera al gobierno del Primer Ministro Cameron por su “deficiente ejecutoria económica” y se pregunta cómo pueden él y su gabinete hacerse pasar por “los guardianes de la prosperidad”.
Durante más de tres décadas, casi todas las personas importantes en la política estadounidense han estado de acuerdo en que impuestos más altos para los ricos y el aumento en la ayuda a los pobres ha lesionado el crecimiento económico.
El consenso profesional no siempre está en lo correcto. Pero cuando los políticos eligen en cuáles expertos –o, en muchos casos, “expertos”– creer, las probabilidades son que escogerán erróneamente. Lo que es más, la experiencia muestra que no hay responsabilidad en tales asuntos.