Hace 200 años, en 1816, llovía sobre un una cabaña junto al lago Leman en Ginebra. Los truenos sacaron a una joven de 19 años de una horrible pesadilla que tenía. Su nombre era Mary Wollstonecraft Godwin, que después se convertiría en Mary Shelley, la escritora británica que la historia la renombró como “la mama de Frankenstein”.
Cuando se adapta un libro a un lenguaje cinematográfico, donde la imaginación del lector es reemplazada por una puesta en escena con lo que alguien más imaginó, siempre es complicado.