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Siete obreros murieron en el frenético accellerando final que la falta de previsión provocó, durante la construcción de varios estadios en el mundial Brasil 2014.


Sócrates reivindicó su derecho al amor incondicional por parte de la torcida. La modeló, la esculpió, le dio forma, la pulió hasta que se sintió satisfecho con ella. Un genio de su calibre puede “soñar” y “crear” a su afición.


No cayeron 11 guerreros, sino una manga de cobardes e irresponsables. Muchos tatuajitos, mechitas, escandalitos de tabloide, corronguísimos cortecitos de pelo… y no suficiente preparación y estudio del rival.