El 22 de diciembre del 2014, bajo un sol sofocante en el poblado de Tola, en el departamento de Rivas, en la costa de Nicaragua, Laureano Ortega, hijo del presidente Daniel Ortega, anunciaba el inicio de las obras para construir un canal que partiría el país en dos, de este a oeste, para competir con el canal de Panamá. En esa ocasión, Ortega presentó a Wang Jing, presidente de HKND Grouop, la firma china encargada de la obra, que en teoría costaría unos $50.000 millones, dinero necesario para financiar lo que el ‘New York Times’ ha señalado como “el movimiento de tierra más grande en la historia de la humanidad”.