Un año después de haber iniciado la crisis, Daniel Ortega sigue sin aplacar el rechazo ciudadano a pesar de haber fortalecido la propaganda y controlar las calles a través de la policía. Sin embargo, por prudencia o por temor, la mayoría prefiere callar y evita manifestar su descontento en público para no ser víctima de represalias.
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La policía anunció en octubre una nueva disposición que prohíbe cualquier manifestación sin autorización previa y la oposición solicitó permiso para manifestarse el próximo domingo