Cada día, a eso de las 9 a. m., las entradas de los edificios legislativos se vuelven un hormiguero de funcionarios que corren para llegar a tiempo. Pero hay una asesora en particular para la que esta regla no aplica: la exdiputada Aida Faingezicht.
Cada día, a eso de las 9 a. m., las entradas de los edificios legislativos se vuelven un hormiguero de funcionarios que corren para llegar a tiempo. Pero hay una asesora en particular para la que esta regla no aplica: la exdiputada Aida Faingezicht.